“Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. Y Jesús fue con ellos” (Lc 7, 1-6).
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Bien, mis hermanos y hermanas, el texto sigue, y el desenlace de esta historia es que aquel empleado será curado por el poder de la Palabra de Jesús. Lo primero que impresiona es que Jesús queda encantado con el trato que este oficial romano tiene con su siervo. Esto causa un impacto en Jesús. Ustedes saben que, en aquel tiempo, los siervos eran vistos como objetos de sus patrones, de sus señores, y no eran valorados como deberían ser.
Ruptura de protocolo
Este oficial rompe un protocolo que era rígido, un protocolo cultural, y eso impresiona a Jesús, la forma como este oficial trata a su empleado. Otra cosa que Jesús toma en consideración es la estima de este oficial hacia el pueblo judío también. Él era un oficial romano que, normalmente, tendría muy poca consideración por el pueblo judío, especialmente en cuanto a su religiosidad, pero él construye una sinagoga para los judíos – el texto lo deja muy claro. Otra ruptura de protocolo: un oficial romano que estima al pueblo judío y, además, les construye una sinagoga.
Una tercera realidad es la profesión de fe que el oficial hace en la Palabra de Jesús. No leí el texto completo, pero ni siquiera entre los judíos Jesús encontró una fe tan fuerte. Para completar, el oficial ejemplifica el poder que Jesús tiene de curar a su empleado como el poder de mando que él daba a sus soldados, y estos le obedecían. Mas una ruptura de protocolo. Jesús queda impresionado con la capacidad de aquel hombre de creer. Al final de todo eso, Jesús se maravilló y declaró que no había encontrado, en Israel, una fe tan grande como aquella.
¿Y se trataba de quién? De un oficial romano que ni siquiera profesaba la fe en el Dios de Israel. ¿Pero dónde comenzó todo esto? Ya termino. Él escuchó hablar de Jesús y creyó. Aquí está la diferencia. ¿Acaso no ha llegado el momento de que tú creas, de que creas realmente que Jesús puede salvarte, que Jesús puede hacer algo por ti? Jesús no solo puede hacer algo por ti o por alguien de tu familia, sino que Él puede sacarte de cualquier situación y devolverte a la vida, por el poder de su palabra. Cree, haz como ese oficial romano, cree en la Palabra de Jesús y entrégate.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!