07 Aug 2019

Jesús escucha el clamor del corazón de cada madre

“Una mujer cananea, que llegaba de ese territorio, empezó a gritar: ¡Señor, hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija está atormentada por un demonio” (Mt 15, 22)

El grito de esta madre cananea es el grito y el clamor de todas las madres, en todos los tiempos y lugares de historia humana, que están reclamando “ayuda” al corazón de Dios delante de la realidad de sus hijos.

Cuando miro para el corazón de cada madre, veo un semblante divino, y dentro de este semblante divino siempre un ar de cuidado, amor y preocupación para con sus hijos.

Jesús escucha su prece y su clamor, y, junto contigo, Él quiere ayudar y cuidar de sus hijos más que nunca

Es verdad que, en el tiempo en que nosotros estamos, no es simples, no es fácil crear los hijos. Ellos son la mayor bendición que Dios puede conceder a una pareja, a un padre y una madre, pero es verdad que el mundo roba nuestros hijos, quitalos de nosotros, quita los hijos de sus madres de varias formas.

¡A veces, el propio mundo entra con mucha facilidad dentro de casa! Y los excesos que ha ocurrido en el uso de televisiones y smartphones. El uso de mecanismos del mundo ha quitado nuestros hijos de nuestra presencia y los han llevado para el mundo.

A la medida que van creciendo, se van deslumbrando con el mundo.

Ningún padre, ninguna madre desean perder sus hijos. El grito de esta madre es para que el demonio pare de influenciar a su hija, pare de atormentar, pare de quitarla de su familia, porque lo que es muy angustiante y triste para el corazón de aquella madre. Ella llega a un punto de desespero de no saber más que hacer.

Hoy, me uno a todas las madres que rezan, piden, suplican y gritan al corazón de Dios en favor de sus hijos.

Madre, Dios contigo. Él esta a tu lado. Él sufre y se alegra contigo, pero tu corazón de madre necesita escuchar Dios todos los días. Tu necesita llevar tus hijos para Dios, no importa la edad que ellos estén. No podemos dejar que los demonios del mundo, reza de forma explicita, pero, muchas veces, de forma implícita nos robe de la presencia del Señor.

Cuando llevas tus hijos para la iglesia, no es para que ellos jueguen, pero para estar en la presencia de Dios. Necesitamos rezar por nuestros hijos, estar con ellos. Dios escucha el clamor de tu corazón de madre, pero escuche el clamor del corazón de Dios, desde el vientre que has concebido tu hijo, no dejes de consagrarlo un día que sea al amor divino.

Jesús escucha tu preces y el clamor, y junto contigo, quiere más que nunca, ayudar y cuidar de tus hijos.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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