“Vengan a mí los que van cansados, llevando pesadas cargas, y yo los aliviaré” (Mt 11, 28)
Jesús que es manso y humilde de corazón, nos esta invitando para que encontremos en Él nuestro refugio, nuestro descanso y nuestra tranquilidad. Porque todos nosotros nos cansamos, nos cansamos y la vida no ha sido fácil para nadie. Por eso, que en Dios esta nuestro refugio, nuestro abrigo seguro para que nuestra alma no camina cansada, oprimida por muchas situaciones que lidiamos en esta vida.
La invitación es para que podamos encontrar en el corazón de Jesús el reposo para nuestra alma. Dios, nuestro Padre, nos creo en el amor, y en el amor Él nos crea, nos rehace y nos restaura. En el amor somos rehechos en Dios.
El corazón de Jesús es el corazón amoroso, el corazón de Jesús es la plenitud del amor de Dios en nosotros, es para el corazón de Jesús que somos invitados para sanar nuestro corazón, para restaurar ese corazón dañado y herido que vive muchos dramas, trauma, muchas situaciones dolorosas, ese corazón que se llena de heridas, resentimientos y dolores que nos oprimen a cada día.
El corazón de Jesús es humilde, no se deja llevar por el sentimiento de grandeza, no se contamina por el orgullo
Ven para el corazón de Jesús, porque el corazón de Él es manso, no es un corazón que esta agitado por los vientos y vendaval de la vida, es un corazón que es sereno y blando. Así es corazón de Jesús, y es así que él también quiere hacer con nuestro corazón.
El corazón de Jesús no se lleva por las ansiedades de la vida, y nosotros somos tan ansiosos, que estamos con el corazón lleno de vanidades, de contrariedades y de situaciones adversas de la vida, necesitamos ser sanados en el corazón de Jesús.
Encontremos nuestro refugio seguro en el corazón de Dios para sernos sanados, aliviados, para mirar la vida con otros sentimientos y con otra mirada. La mirada de paz, de misericordia, de la mansedumbre que hace nueva todas las cosas. Por eso, encontremos en el corazón de Jesús el refugio para nuestro corazón.
¡Dios te bendiga!