“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes. No los dejaré huérfanos, volveré a ustedes!” (Jn 14, 15-18).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

Mis hermanos y mis hermanas, estamos en el 6º Domingo de la Pascua, y estamos teniendo la belleza de ese Evangelio, en que Jesús quiere armar nuestro corazón con todas las defensas del amor con que Él nos ama. El amor que Jesús tiene, Él da totalmente a nosotros.

Y, ahora, pasando de esta realidad, de Su existencia terrena para el Padre, Él no quiere dejarnos desprotegidos, Él quiere armar nuestro corazón con más una protección muy especial. Él nos da un Paraclito, un abogado permanente, que no cobra honorarios y que tiene causa ya garantida, que ya gano; él esta a nuestro favor.

Jesús sabe muy bien que la soledad es una sentimiento más cruel, que el ser humano puede experimentar. Él ya acompaño, por ejemplo, el drama de Adán en el paraiso; Jesús estaba en comunión, con el Padre y el Espíritu Santo, cuando han visto el sufrimiento del corazón de Adán, que se sentía solo en el paraíso. Él sintió el dolor de Su pueblo en la soledad del Egipto sufriendo y Él probó la soledad en la cruz cuando fue abandonado. Entonces, Jesús comprendió muy bien de la soledad, por eso, Él da el Consolador.

El Espíritu Santo es aquel oculto presente y nosotros somos llamados a descubrir su acción

Consolador significa una compañía con quien esta solo, esta es la función del Espíritu Santo. Por eso, para Jesús, ese es una tema muy importante; y Él tiene una mirada muy especial. Una vez que, ahora, Él se prepara para volver al corazón del Padre, Él quiere dejarnos este abogado. Y ese Abogado tiene el nombre, se llama Espíritu Santo.

Abrimos, hoy, con ese Evangelio, las reflexiones en la Liturgia sobre la tercera Persona de la Santísima Trinidad. Porque nosotros estamos, ahora, caminando para la celebración de Pentecostés, la gran solemnidad de Pentecostés. El Espíritu Santo es aquel oculto presente y nosotros somos llamados a descubrir su acción.

El Espíritu Santo tiene dones, Él produce frutos, entonces, aún que nosotros no veamos a Él fisicamente, Su presencia es perceptible. Porque los frutos del Espíritu están aquí, los dones del Espíritu Santo están aquí para ser derramado sobre todos nosotros. El Espíritu Santo que, en el Evangelio de hoy, Jesús llamó sumando: Espíritu de la Verdad — porque Él revela la verdad sobre nosotros, la verdad sobre Dios, la verdad sobre el mundo y sobre todas las cosas.

Por eso, hoy, comencemos a experimentar la presencia del Espíritu Santo, invoquemos el Espíritu Santo sobre nosotros, sobre nuestras familias, sobre nuestras comunidades, para que ese Abogado, ese Paraclito, ese Defensor, ese Consolador, dado por Jesús, esté con nosotros hasta el fin de los tiempos.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!