05 Jun 2018

La hipocresía religiosa corresponde al mal del mundo

El corazón de Dios alcanza cualquier situación humana, pero la hipocresía religiosa es un peligro

“Pero Jesús vio su hipocresía y les dijo: «¿Por qué me ponen trampas? Tráiganme una moneda, que yo la vea” (Marcos 12, 15).

Hoy, Jesús esta entrando en los corazones hipócritas. El Evangelio nos muestra Jesús entrando, sobre todo, en la hipocresía religiosa hace parte de todas las religiones en todos los tiempos y épocas, es lo que llamamos de “religión en la cáscara”. La cáscara bonita, divina y maravillosa, ella es lo que todo el mundo ve, pero lo que esta dentro de la cáscara es solo Dios que conoce con profundidad. Por eso, algunos prefieren pintar la cáscara, dejarla bonita, quieren dejar el rostro resplandecer bella, pero no cuidan del esencial.

Necesitamos vigilar, constantemente, nuestra alma, nuestro corazón y nuestras actitudes para que la hipocresía religiosa no tome cuenta de nosotros. Fueron los fariseos y los herodianos que se acercaron de Jesús para atraparlo en alguna palabra. Ellos no se acercaron para coger la Palabra de Jesús ni para abrazar la mensaje de Él, pero para ponerlo en contradicción.

Muchas personas dentro de la Iglesia y de los movimientos religiosos, están allí solo para provocar y cuestionar. No quiere decir que cuestionar sea un problema, pero no se cuestiona, no se deja convertir y corre un profundo riesgo de vivir la dureza de la hipocresía religiosa.

La cosa más difícil de convertirse es el hipócrita, los otros pecados: quien roba, quien mata puede convertirse de verdad. El corazón de Dios alcanza cualquier situación humana, pero la hipocresía religiosa es un peligro, porque la persona se siente religiosa, conocedora de Dios, de las cosas de Él, sabe todo de Él, ocupa y predica en nombre del Señor, pero Él no alcanza la profundidad del corazón de ella, porque ella eligió vivir en la superficie cómoda de no ser alcanzada, tocada, cuestionada ni se deja convertir. Quiso vivir en la actitud cómoda, “Yo soy así. Es así que Dios me quiere”, en la actitud cómoda de decir “Yo predico. Conozco a Dios hace tanto tiempo”. Que dureza, porque en este todo tiempo no permitió Dios convertir el corazón de ella.

Necesitamos de conversión todos los días de nuestra vida, porque un hipócrita religioso es, en realidad, el más duro de los corazones. La hipocresía religiosa corresponde al mal del mundo en que vivimos, es lo que llamamos de corrupción religiosa, como opción moral, como opción de fe. Que Dios nos libre de ella para que nuestro corazón sea verdaderamente convertido.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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