29 Mar 2020

Heredamos la vida eterna que Jesús conquisto con Su sangre

“Jesús le dijo: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá: y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” (Jn 11, 25-26)

Hoy, podemos proclamar este domingo como el domingo de la vida, además, a cada domingo la vida plena del Señor esta en nosotros. Pero, siendo el quinto domingo de la Cuaresma, estamos contemplando la resurrección de Lazaro, que viene antes de la Resurección de Jesús para mostrarnos que: aquel que es el Resucitado es quien nos resucita, para decirnos que Aquel que va experimentar la muerte, va recuperar la vida para darnos la vida.

Lazaro, el gran amigo de Jesús murió; y el Señor fue a casa de él, sintió los dolores de sus hermanas porque era también el dolor de Él. Lazaro era su amigo, pero Él viene, por encima de todo, para decir a todos aquellos que sufren y lloran con el dolor de la muerte que Él es la vida y la resurrección, y todo aquel que en Él cree, jamás vendrá a la muerte.

La muerte no existe para quien cree en Dios, la muerte es el precio de la vida sin Dios, porque en Él solo hay vida, no espacio para la muerte porque la muerte no tiene poder sobre aquellos que están sobre el juzgo de Él.

Dios trajo Lazaro para esta vida, Él reavivo Lazaro para que volviera a este mundo, pero, después, él nuevamente murió y ahora vive en la eternidad junto a Dios, como todos los que murieran en Él. Todos los santos, todos los hombres y mujeres de todas las épocas viven la vida plena en Dios porque creyeran en la vida y recibieran la luz de la resurrección de Jesús.

Somos herederos de la vida eterna que Él conquistó con el precio de Su propio sangre

Celebremos y acojamos la vida, permitamos que la vida plena de Dios este en nosotros. Celebremos el Cristo vivo y resucitado que, dentro de poco, vamos celebrar Su Pascua. La Pascua de Él brilla mientras caminamos en nuestra Vía crucis humana.

Mientras estamos caminando, llevando nuestra cruz de cada día, jamás perdamos la perspectiva de la eternidad, jamás creíamos que la muerte tiene la palabra final, jamás pongamos en el desespero y en descreencia de nuestra vida.

Pongamos en Jesús la razón de nuestro vivir y el pleno sentido de nuestro existir. Algunas personas sufren mucho cuando piensan en la muerte, parece que caen en un abismo existencial: “¿Qué va ser después?”. No va tener después, la vida es ahora, y la vida eterna llego para nosotros ahora.

Cuando la vida de Jesús entra en nosotros no moremos, somos plenificados con la muerte. Es, por eso, que creemos en Él, la vida de Él esta en nosotros y somo herederos de la vida eterna que Él conquisto con el precio de Su propio sangre, de Su propia vida donada para que tuviese vida en abundancia.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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