25 May 2018

Gravemos el valor sagrado del matrimonio en nuestro corazón

El matrimonio no es una unión de ilusión, pasiones y boches, por eso su valor sagrado necesita estar en nuestro corazón

“por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo” (Mc 10, 7-8).

La Palabra de Dios nos pone ante uno de los misterios más bellos de la creación de Dios. Hay una belleza incomparable en la creación del hombre y de la mujer, pero la belleza se convierte aún mayor cuando Dios une estas realidades. El ser hombre y el ser mujer se unen y forman una sola carne y, de esta unión bella y bendecida brota la vida humana.

Están buscando todas las formas y fórmulas posibles para que la vida humana sea generada por otro camino, pero es un error y una ilusión, pues ese camino es sagrado, es por donde brota la vida que viene del corazón de Dios, Creador de todas las cosas. Él concibe ese poder sagrado: la unión del hombre con la mujer.

Es importante asumir lo que la Palabra de Dios nos esta diciendo hoy, porque no nos muestra esa unión simplemente como una unión carnal, de un hombre que se acuesta con una mujer y tiene una noche o una aventura. ¡No se trata de nada de eso! Por el contrario, es una visión humana equivocada y distorsionada. La visión sagrada es otra, es la unión de vida, corazón, cuerpo, alma, es la unión integral del hombre con la mujer.

No es una unión de ilusiones, pasiones y noches, por eso el valor sagrado del matrimonio necesita estar grabado en el corazón de cada uno de nosotros, a comenzar por los jóvenes que se preparan para asumir el valor sagrado del matrimonio.

Cuando los dos se casan, o los que ya están casados, van realmente sumergir en esta dimensión profunda de la unión matrimonial. No son dos cuerpos que se unen, no son dos personas que están juntas para realizar el misterio sagrado de la vida. Primero, esta vía unitiva que trae la gracia del hombre y de la mujer para convertirse una única realidad: la unión conyugal, y de esta unión linda y bendecida, hacer brotar la vida.

Cuando nos convertinos más conciencia del sagrado y permitimos Dios entrar en nosotros para santificarnos, renovarnos, purificar y quitar de nosotros la visión mundana, la unión conyugal del hombre con la mujer se convertirá también sagrada, bendecida y un misterio bello de ser vivido y contemplado.

Dios nos bendiga y dé cada vez más la consciencia del valor del sagrado.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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