“En aquel tiempo, todos se admiraban de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo a sus discípulos: Haced que os penetren bien en los oídos estas palabras; porque acontecerá que el Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres. Mas ellos no entendían estas palabras, pues les estaban veladas para que no las entendiesen; y temían preguntarle sobre esas palabras” (Lucas 9, 43-45).
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Jesús dice a sus discípulos: “Fíjense bien en lo que les voy a decir”, es decir, presten atención, pongan atención a lo que les estoy diciendo. Jesús insiste en esto porque, a veces, nuestra atención se va en cosas que realmente no cuentan.
¡Cuántas veces dedicamos tiempo y energía a cosas que no llevan absolutamente a nada! Y a aquellas que sí cuentan, les damos poca o casi ninguna atención.
Jesús afirma: El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Jesús ya está introduciendo a sus discípulos en el discurso sobre su sufrimiento, el misterio de la persecución.
El foco eran los intereses personales
Una información importante, cuyo sentido quedaba oculto en la mente y en el corazón de los discípulos, era la resurrección al final. Porque Jesús señala: Él debe padecer, ser perseguido, muerto y resucitar. Pero la atención de los discípulos, a veces, se vuelve y se fija solo en una parte, y no en el todo.
Recordemos que, mientras Jesús hablaba de este asunto, del sufrimiento, la atención de los discípulos estaba puesta en quién de ellos era el mayor. Estaban preocupados, su atención estaba en eso, y no en aquello que Jesús estaba enseñando. El foco eran los intereses personales, y no el proyecto de Dios. La dificultad que tenían de acoger el proyecto de Dios en su totalidad, porque estaban completamente cerrados a las situaciones que cuestan esfuerzo, renuncia y fatiga. Y de eso ni siquiera querían saber; la preocupación y la atención estaban vueltas en intereses personales.
Pidamos al Señor la gracia de prestar atención a aquello que Él nos dice, a aquello que Él habla a nuestro corazón para realizar su voluntad.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!