30 Jul 2021

La fe es el mejor milagro que experimentamos a cada día

“Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su patria y en su propia familia. Y como no creían en él, no hizo allí muchos milagros” (Mt 13, 57-58).

La verdad es esta: donde no hay fe, no hay milagros; donde no hay fe, no se logra gracia; donde no hay fe, no se logra intimidad y proximidad con el Señor. Porque nuestra relación con el Señor ocurre en la fe, por eso, necesitamos cuidar para sernos hombres y mujeres de fe. No basta sernos personas de iglesia.

Jesús esta en Su propia tierra, en su propia casa, Él esta entre los Suyos. Pero allí eran más familiares, personas conocidas, que hombres y mujeres que creyeron y pusieron su fe y confían en Él. Es necesario decir que, muchas veces, mismo estando en la iglesia, nosotros no experimentamos los milagros de Dios en nuestra vida. Y no confunda milagros con espectáculos, no confunda milagros con mágicas, no confunda milagros también con solo ver una persona que esta enferma y quedar bien.

Ocurren muchos milagros así, pero el milagro es la gracia de la fe y de la acción de Dios en nuestro medio. Tocamos en el milagro de la Eucaristía todos los días, pero hay personas que no ven y no tocan la gracia. Tocamos en el milagro de la confesión y no veo transformación mejor, mayor y más sublime que una alma llena de pecados que se acerca del sacramento de la confesión y sal de allí un nuevo hombre, una nueva mujer, cuando se hace una confesión verdadera y profunda.

La fe realiza los milagros de Dios para la transformación del mundo, de la sociedad y de nuestra familia

Cuantos milagros yo mismo ya he visto en el confesionario, cuantas almas salieran de allá renovadas y curadas, porque es eso que realiza en nosotros. Y si hablar de cada uno de los sacramentos, ellos son verdaderos milagros en nuestra vida.

La gracia del sacramento del matrimonio es la unión del hombre y de la mujer, donde Dios hace un milagro a cada día en personas tan diferentes. Sin fe, el matrimonio es incluso realizado y consumado, pero él no llega realmente a experimentar el milagro. El primero milagro de Jesús fue en un boda, si tu no ves los milagros ocurrieren en tu matrimonio es porque falta fe; si tu ves los milagros ocurriendo en tus hijos es porque ellos no son alimentados en la fe.

A veces, estamos con una obstinación en la cabeza, estamos determinados hacer incluso cosas que son equivocadas, estamos determinados, de repente, a vengarnos, a volvernos contra esta o aquella persona. Tu estas incluso determinado a acabar con tu matrimonio, estas determinado a salir de casa. Cuantas cosas ya he visto persona determinada a hacer y el milagro ocurre, el milagro de la luz de la dirección de Dios.

Nazareth, la tierra que ha visto Jesús crecer, la tierra tal vez más agraciada que nosotros tenemos, porque fue allí que creció la gracia de Dios viva en nuestro medio, ella no puede contemplar los milagros, porque ellos no tenían fe.

Nosotros, muchas veces, estamos en la iglesia, estamos en el camino de Dios, estamos incluso hablando de Dios, pero no estamos viviendo de la fe, no estamos alimentando nuestra fe, no estamos nutriendo nuestra fe, no estamos realmente siendo movidos por la fe. Estamos en la iglesia porque estamos, estamos en la iglesia porque es un lugar que nos hace bien, estamos en la iglesia porque aliviamos nuestra consciencia. ¡No es para eso no!

Estamos en la iglesia porque necesitamos estar, para crecer en la fe, para sernos hombres y mujeres de fe. Necesitamos ser personas realmente de fe, porque la fe realiza los milagros de Dios para la transformación, de la sociedad y de nuestra familia. Es la fe que hace milagros y la fe es el mayor milagro que podemos experimentar a cada día.

¡Dios te bendiga!

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