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Hoy celebramos la memoria de la Presentación de la Santísima Virgen María. El texto que se nos presenta es el Evangelio de San Mateo, capítulo 12, versículos del 46 al 50, pero vamos a leer un pequeño fragmento que dice así:
“Porque todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Mateo 12,50)
Familia de Dios
Esta es una palabra de Jesús. Pero, sobre la fiesta de hoy, se trata de una tradición que no está presente, hermanos y hermanas, en los Evangelios canónicos, sino que se basa en algunos documentos antiguos sobre la Virgen María. Estos documentos relatan que, siendo aún pequeña, María fue presentada por sus padres en el Templo de Jerusalén.
Esta tradición nos cuenta que los padres de María, San Joaquín y Santa Ana, concibieron a la Virgen María ya en la vejez. Y, viendo que se acercaba su muerte, cumplieron el voto de consagrar a la niña al servicio de Dios.
¿Qué enseñanza podemos extraer, entonces, de esta memoria que celebramos hoy, la Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo? Podemos también inspirarnos en el texto que leímos, donde Jesús afirma que su familia, en realidad, se define por la Palabra de Dios.
Padre, madre, hermano, son aquellos que, de hecho, hacen la voluntad de Dios. Él tiene prioridad en nuestra vida, para que seamos Su familia escogida y llamada a hacer Su voluntad.
Entonces, ¿cuál es la primera enseñanza que extraemos de esta celebración de hoy?
Que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda el alma, con todas nuestras fuerzas.
En Jesús, Dios se hace presente en medio nuestro, y tenemos este camino, un camino para presentarnos a Él, para ponernos en presencia de Él, como es esta Presentación. Ella es presentada a Dios, y nosotros también debemos amar y presentarnos a Él cada día.
La primera criatura que se benefició de esta presencia encarnada de Dios y, al mismo tiempo, se presentó a Él, fue la Virgen María, cuya memoria celebramos. Dios se presentó a ella, y ella permaneció en Dios. Ella permaneció en la presencia de Dios. Dios también se presenta a nosotros, y debemos permanecer en Su presencia.
Podemos decir, entonces, que el sentido fundamental de la memoria que celebramos es que María está siempre en la presencia de Dios, enteramente dedicada a Él, creciendo en la conciencia de sí misma y de su misión. Ella está constantemente en la presencia de Dios.
Yo estoy llamado a permanecer constantemente en la presencia de Dios, y tú también estás llamado a permanecer, constantemente, en la presencia de Dios. Que Nuestra Señora te ayude en este camino, sea esa presencia que te señale siempre los caminos de la voluntad de Dios.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!