“En aquel tiempo, dijo Jesús: Ay de vosotros, maestro de la ley, fariseos hipócritas, vosotros sois como sepulcros cayados: por fuera, parecen bellos, pero por dentro, están llenos de huesos de muertos y de toda putrefacción. Así también vosotros: por fuera, parecéis justos delante de los demás, pero, por dentro, estás llenos de hipocresia e injusticia” (Mateus 23, 27-32).
Trabajar el corazón
Mis hermanos y mis hermanas, hoy, día 27, nosotros celebramos la memoria de Santa Monica – esposa, madre, viuda, gran intercesora en la conversión de su hijo San Agustín.
Santa Monica, no tuvo miedo de presentar, delante de Dios, tu interioridad, especialmente tu realidad familiar que estaba desajustada, que estaba toda debilidad y fragmentada, pero, por la fuerza de oración, todo fue siendo puesto en orden.
En estos días, Jesús esta nos llamando a trabajar nuestra casa interior, a trabajar nuestro corazón y no preocuparnos mucho con el exterior, porque, cuando el externo no coincide con el interno, ay el desastre esta hecho.
La persona entra en el mecanismo tan condenado por Jesús, que es el de la hipocresía, del fingimiento, de la mascara, de la apariencia.
Cuantas veces nosotros mostramos cosas de nosotros que no hay ninguna correspondencia con aquello que nosotros somos de verdad. A veces, son solo los de dentro de casa que hay acceso a la persona que nosotros somos de hecho, o, algunas veces, ni mismo los más cercanos consiguen accesar nuestra verdadera identidad.
¡Cuanto fingimiento!
Cuanto escondimiento de situaciones que acaban llevando a la muerte, pero que podrían haber sido evitadas. ¡Cuanto suicidio, en los tiempo de hoy, que sorpreenden muchas familias! Escuchamos mucho esta frase, ¿no lo es?
“Era una persona tan normal…. ¡Nunca sospechamos de nada!”; y la situación ocurrió.
Muchas veces, nosotros somos sofocados por el miedo de decepcionar las personas que nosotros amamos. Tenemos miedo de ser rechazados, de ser juzgados, de perder nuestra consideración, nuestro status y nuestra posición delante de las personas; y entonces no revelamos quien nosostros somos de hecho. Con eso, nosotros nos anulamos, fingimos ser quien no somos y entramos en ese aspiral de fragmentación interior. Porque no hay cosa peor que la persona quedar el tiempo teniendo que ocultar quien ella es de la verdad, interpretando un otro personaje.
Vamos pedir a Dios que transforme nuestro interior
La mayor lucha de nuestra vida es contra aquello que no se ve, contra aquello que esta oculto dentro de nosotros, en el secreto de nuestro corazón.
Como yo dije en el comienzo, la Santa de hoy Santa Monica, no tuvo miedo de poner el dedo en esta herida, en una situación, por ejemplo, de su hijo, en la vida equivocada, en los pecados. Pero, en la presencia de Dios, ella comienza a aclamar e interceder por la conversión de Agustin, que, después, se ha convertido santo, y nosotros vamos celebrarlo mañana.
Por eso vamos luchar, vamos pedir a Dios que transforme nuestro interior, para que seamos, en todo, iguales a nuestro Señor, porque Él nos llamo a Su imitación, y seamos en el mundo una señal de Su presencia.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!