22 Apr 2021

Experimentemos la vida eterna en este mundo

” Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo” (Jn 6,51).

Todas las veces que me acerco de Jesús, me acerco de la vida, de la vida eterna, vida plena; me acerco del Señor de la Vida. ¿Para dónde voy, si solo el Señor tiene palabras de vida eterna? Entonces, cuando me acerco de la Palabra, me acerco de la vida que Dios trajo a mí. Cuando me acerco de la Eucaristía es la vida eterna que se acerca a mí, es mi vida que es sumergida en la eternidad que Dios trajo a mí.

Para todos nosotros, que estamos buscando un significado para nuestra vida, el significado de la vida esta en Jesús. Saboreemos Jesús, permitamos nuestra vida tener el gusto de Jesús, la luz de Él, para que no desanimemos de ninguna forma delante de muchas señales de muerte que caminan a nuestro lado. Jesús vino para que tengamos vida, y quien cree en Él tiene la vida eterna porque Él es el Pan de la Vida.

Saciarse de Jesús es saciar de la vida y de la eternidad. Algunos se engañan y creen que la vida eterna comienza después que morimos para esta vida. Es verdad que ya morimos para esta vida aquí en la tierra, cuando llevamos la vida en Dios, pues vamos muriendo para lo que es terreno, mundano y no dejamos más que la vida del mundo, ilusoria y engañadora va guiando nuestra vida.

Necesitamos, en este mundo terreno, saborear lo que es eterno, saborear la vida eterna

A medida que nos acercamos de las cosas de Dios, a medida que saboreamos lo que es de Él, comenzamos a tener gusto por lo que es eterno. Quien saborea solo lo que es humano y terreno se decepciona, como la vida se convirtiendo sin sabor.

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Todo lo que es humano se va desgastando con el tiempo, pero lo que es eterno jamás pierde el gusto, el sabor y el sentido, por el contrario, van nos convirtiendo más aún vivos y plenos. Por eso, necesitamos, en este mundo terreno, saborear lo que es eterno, saborear la vida eterna.

Si alguien dice: “Yo no sé como es la vida en el Cielo”, no necesitamos saber. Necesitamos experimentar, mientras caminamos en medio a las cosas humanas, el sabor de las cosas del Cielo, sumergir en una vida eucarística, en la vida mística, dedicar a la oración, a la contemplación, a la meditación. Volverse para las cosas de Dios es volver para saborear lo que es eterno.

Que nuestra vida, que esta tan desgastada delante de nuestras obligaciones y responsabilidades de la vida cotidiana, no pierda jamás el sabor que es del Cielo, porque, Jesús, el Pan de la Vida, el Pan del Cielo, esta en nuestro medio.

¡Dios te bendiga!

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