“14 Entonces los discípulos de Juan vienen á él, diciendo: ¿Por qué nosotros y los Fariseos ayunamos muchas veces, y tus discípulos no ayunan? 15 Y Jesús les dijo: ¿Pueden los que son de bodas tener luto entre tanto que el esposo está con ellos? mas vendrán días cuando el esposo será quitado de ellos, y entonces ayunarán” (Mt 9, 14-15).
La Liturgia de hoy tiene como centro la practica del ayuno. Esta forma de penitencia era una práctica común en la tradición judaica, sin embargo, el profeta Isaias también, en la Liturgia de hoy, nos advierte de que nada sirve el ayuno ser vivido como una sencilla practica externa, sin piedad y sin un sincero deseo de orientar nuestra vida para Dios.
Dios nos habla, por la boca del profeta, que el ayuno que Él desea debe guiarnos al fin de las injusticias y la caridad, repartiendo el pan con las más necesitados. El verdadero ayuno es aquel que nos lleva a amar más a Dios y a nuestro prójimo, saliendo de nosotros propios, saliendo de nuestro egoísmo, de nuestra mirada solo para nosostros.
La practica del ayuno tiene ese objetivo de recordarnos que sin Dios, sin la presencia de Él, no somos nada
Es la oración de los sentidos. Cuando ayunamos, estamos rezando también con nuestro sentido. El ayuno solo da frutos se es cuidado por la misericordia, pues la aridez de la misericordia hace secar también la acción del ayuno. Nos va decir San Pedro Crisologo: “Lo que la lluvia es para la tierra, es la misericordia para el ayuno”.
El ayuno practicado con simplicidad y sinceridad nos ayuda a comprender el don de Dios, que somos creaturas y somos necesitados de Su presencia. Fuimos creados por Dios y nada en este mundo puede satisfacer plenamente nuestro interior que no sea la presencia del Novio, la presencia de Dios. Es Él quien nos satisface, y cuando ayunamos, hacemos esta practica de los sentidos, de sentir esta falta, esta ausencia de la presencia de Dios.
Experimentar el hambre con el ayuno nos recuerda que solo Dios es el verdadero alimento, que solo Él verdaderamente nos va saciar. La practica del ayuno tiene ese objetivo de recordarnos que sin Dios, sin la presencia de Él, no somos nada, somos débil y pequeños. Es por eso que los amigos del Novio, mientras están con Él, no tiene necesidad de ayunar; al paso que, cuando el Novio es retirado, eso si debemos ayunar, para recordar que la peor de todas las ausencias no es la ausencia del alimento, pero sí la ausencia de Dios.
Ese es el peor de todo, es el alejamiento de Dios, la ausencia de Él. Entonces, actuando con misericordia, con sencillez y piedad, hagamos de la practica del ayuno ese rezar con los sentidos, rezar con todo lo que somos, con nuestro cuerpo y con todo nuestro sentido.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!