“Pero Herodes decía: «A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?». Y trataba de verlo” (Lucas 9,9).

Mis hermanos, en la historia de la salvación, varios hombres y mujeres de Dios fueron perseguidos. ¿Por que? Porque temían a Dios, porque molestaban las autoridades que, desgraciadamente, se desvían de la verdad, se corrompen y estaba en pecado. Y los profetas, de tiempos en tiempos, advierten aquellos que estaban adelante.

Juan fue ese señal en el tiempo de Herodes, Juan Bautista denuncio que Herodes estaba en adultério, y por eso él mando decapitar Juan. Ese episodio que nosotros escuchamos aquí, esta pasaje del Evangelio, habla del orgullo de Herodes, habla también del poder que él pensaba tener.

Herodes mandaba a desmandaba, mataba, prendía, soltaba y, a veces Jesús surgía y comenzaran a decir a él: “Es Elias que está volviendo; es Juan Bautista; es alguno de los profetas que resucito”. Y Herodes quedo entonces con esta interrogación: “¿Quién va ser que esta se atevendo contra contra mi reino, si ya hice muchas cosas?”.

Mis hermanos, está aquí la diferencia, el poder en la verdad no esta en mandar o desmandar; el poder no esta en prender o soltar. El poder esta en amar.

El gran poder que molestaba Herodes — que él no sabia —-, era ese poder de Jesús. El poder de curar, el poder de amar. Y nos habla la Palabra que Herodes incluso quería conocer Jesús, pero no era un conocer de hacer una experiencia con el amor de Dios, con el amor de Jesús. Herodes quería matar también Jesús, porque el estaba molestando.

El poder no esta en mandar o desmandar. El poder esta en amar

Mis hermanos, el poder verdadero es el poder que Jesús ejerce y no que el tetrarca Herodes ejercía. El poder, en verdad, esta en amar, en servir, en ayudar el hermano, en ayudar el prójimo. Es de este poder que un día yo fui alcanzado, ¿no es verdad? Jesús fue allá y nos liberto y nos amo. Es este poder que el mundo hoy necesita, el poder que fue dado a Jesús por el Padre que Él tenía y que Él paso para los apostol, es es poder que Él quiere pasar para mí y para ti también.

Vamos sim ser dotados del poder, y no el poder de mandar o desmandar, de matar o de resucitar. ¡No es ese poder que tenemos! Pero es el poder de amar, es el poder de ayudar el hermano, de ayudar el prójimo. Es ese poder que realmente transforma la vida.

Que el Señor transforme nuestra vida y que nosotros ejercemos nuestro poder — que recibamos por el bautismo —, también para resucitar, también para ayudar nuestros hermanos que están ahí a nuestro lado.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!