“Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a sus constancia” (Lucas 8,15).
Mis hermanos, el Evangelio de hoy habla del sembrador que sembro semillas. La historia, la parábola que Jesús cuenta, que algunas semillas cayeron a la orilla del camino, otras en las piedras, otras entre los espinos y otras en tierra buena.
Las que cayeran en el camino, los pasaros comieran; las que cayeran en las piedras, no conseguirán crecer porque faltaba la humedad; las que cayeran entre los espinos, fueran sofocadas y la que ha caído en tierra buena, esta ha dado fruto. Mis hermanos, Nuestro Señor ha explicado esta parábola, diciendo que la semilla es la Palabra de Dios, y el Señor sale a sembrar.
¿Qué tipo de tierra tu has sido? ¿Qué tipo de tierra has sido? ¿He sido un buen terreno o un mal terreno?
La semilla que ha caído a la orilla del camino, el diablo fue allá y ha robado; la semilla que ha caído entre las piedras, la persona recibió con alegría, pero no tuvo profundidad, ha caído entre las piedras, no ha dado para entrar, no entro. Por eso, no ha crecido. Las semillas que cayeran entre los espinos, incluso crecieran, pero, por causa de las preocupaciones, las preocupaciones con las riquezas, sofocaran aquella palabra.
Que nosotros podamos estudiar la Palabra, rezar la Palabra y dar los frutos
Mis hermanos, somos llamados a ser como una tierra buena; y el detalle de la Palabra de Dios: “Aquel que ha recibido que, escuchando la Palabra con el corazón bueno y generoso”. Necesitamos escuchar la Palabra con ese corazón bueno y con ese corazón generoso.
¿Quién tiene ese corazón bueno y ese corazón generoso? Es aquel que da atención a la Palabra, es aquel que gana tiempo al estar con la Palabra, es aquel que estudia la Palabra. Es aquel que reza la Palabra, es aquel que practica a la Palabra. ¡Ese da frutos!
¿En la escuela, no fue así? ¿Cómo que has aprendido a leer? ¿Cómo que tu has aprendido las lecciones? ¿No lo es? Tu has dado atención, tu has dado atención, tu has oido, tu has visto y, por eso, que tu has aprendido a escribir.
Es necesario atención, es necesario prestar atención en la escuela de Jesús para dar buenos frutos y frutos de santidad. Y el gran fruto que Neustro Señor quiere darme y quiere darte, es el Cielo. Y para conquistar este Cielo, atención a la Palabra, rezar a la Palabra, practicar la Palabra.
Que el Señor nos ayude entonces a desear, a prestar atención, a estudiar, a dar tiempo a la Palabra para poder dar buenos frutos para alimentar nuestros hermanos que necesitan de la salvación. Que nosotros podamos estudiar a la Palabra, rezar a la Palabra y dar los frutos para muchos hermanos y hermanas hambrientos y hambrientas de la Palabra de Dios.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!