“Jesús se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. Se le quitó la fiebre y se puso a atenderlos” (Mc 1, 31).
Para que el discípulo llegue a servicio, él necesita experimentar esta proximidad de Jesús, la mano de Jesús que toca a él. El texto comienza que “Jesús se acercó”; Jesús elimina el alejamiento, Él se hace presente en la vida de quien sufre de quien sufre cualquier mal, cualquier enfermedad, por más sencillos que ella parezca. Era una fiebre, pero Jesús se importa con el menor detalle de tu vida.
Las manos que se encuentran, de la suegra de Pedro y las manos de Jesús, restablecen una relación, quitan aquella mujer de la soledad. Como es significativo para nosotros tomar la mano de alguien, como es fuerte ese gesto, especialmente en el momento de debilidad, en el momento de enfermedad; por ejemplo, cuando te encuentras enfermo, como es bueno agarrar la mano de alguien, como la mano representa una fuerza que viene de otra persona. Incluso el corazón que se siente debilitado, transmite seguridad, proximidad, fuerza y vigor. Es la mano de Jesús que se extiende para tocar aquella mujer. Tus manos en las manos de Jesús te dan una fuerza inesperada. Extienda tu mano para Jesús, para las manos de Jesús, porque Él nos ayuda.
Tu eres importante para Jesús, Él extiende la mano para ti
Esta Palabra se cumple, hoy, en nuestra vida, extendiendo la mano, acercándose de aquella mujer, Jesús ayuda a levantarse. Aquí, el mismo verbo es usado para hablar de resurrección de Jesús. Mira, que ocurrió en la vida de aquella mujer, aquella mujer asume una nueva forma de vivir, aquella mujer es resucitada. Si el Señor toca su corazón, tu también necesita salir del túmulo de sus pecados, de tus miserias, de tus enfermedades y venir para fuera, para el don de una vida nueva.
“Y la fiebre desaparecio”. Esta palabra necesita caer en nuestro corazón, parecía una cura tan insignificante, como yo dije: una fiebre; pero para Jesús nada es insignificante cuando se trata de una ser humano, porque tu eres importante para el Señor, porque esta palabra necesita llegar en tu corazón independientemente de la situación en la cual tu te encuentras. ¡Tu eres importante para Jesús, Él extiende la mano para ti!
El último paso de la cura de hoy es el servicio, no es un mero servicio, no es que la suegra de Pedro fue hacer un café, fue preparar el almuerzo, algo para comer. Ese “servicio” aquí es la configuración a Cristo, que vino no para ser servido, pero para servir, que se hizo siervo de todos nosotros, por eso, quien alcanza una cura o una gracia no es para su autorrealización, y sí para unirse a Cristo de forma más perfecta, es para que tu también te conviertes siervo del Señor, siervo del amor, siervo de los hermanos, siervo de tu familia. La gracia de Dios viene para configurarnos a Jesús, el siervo obediente, el siervo del Padre.
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!