“Sus discípulos le dijeron: «Por fin hablas claro y sin parábolas. Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso creemos que tú has salido de Dios” (Jn 16, 29-30).

Los discípulos están, ahora, tocando en algunas convicciones y están seguros de algunas cosas. El discípulo es siempre así: solo una palabra es suficiente, solo un gesto del Señor para pensar o pretender ya saber todo. Así es en nuestra vida, también somos así. Muchas veces, nos consideramos muy sabio, muy orientados, muy formados y, muchas veces, Dios nos sorprende con las cosas de la vida, con los hechos de la vida que siempre nos enseñan.

Entonces, nunca consideramos que ya sabemos todo, porque la vida es una sorpresa, la vida tiene un movimiento que, muchas veces, nos sorprende, que nos enseña lecciones. Si nuestro corazón no esta abierto, estas lecciones, a veces, son muy duras.

Por eso, el discípulo que piensa haber comprendido todo de su Maestro puede estar completamente equivocado, porque el discípulo nunca va ser mayor que su Maestro. Estamos hablando aquí de nuestra relación con Jesús.

La vida de Jesús va traer siempre un “¿que?” de misterio para nosotros; y necesita existir eso para que reconozcamos nuestra condición de criaturas, nuestra condición limitada, la limitación de nuestra comprensión humana, de nuestra razón.

Yo y tu necesitamos dejar siempre el espacio para las llamadas “sorpresas de Dios”. Monseños Jonas, nuestro fundador, nos enseña sobre las visitas de Dios, él habla de estos momentos de gracia que son verdaderas visitas de Dios, incluso aquellas situaciones más desencontradas, aquellas situaciones dolorosas, que se conviertan para nosotros visitas de Dios, formación para nuestro corazón.

Necesitamos estar cerca del corazón del Maestro constantemente, porque no da para hacer calculo matemático en el discipulado

Jesús habló claramente para Sus discípulos, pero no quiere decir que para el discípulo fue dada toda la comprensión porque el discípulo necesita siempre estar a los pies de Su Maestro. Tanto que Jesús asegura en el final del Evangelio: “Ustedes van abandonarme”. Cuando los discípulos ya se imaginan completamente sumergidos en la vida de Cristo, el Señor dijo: “Ustedes van dispersarse cada uno va para su lado y voy quedar solo”.

Incluso sabiendo la verdad, el discípulo puede sorprender consigo mismo, con sus reacciones inesperadas. Porque el ser humano es una caja de sorpresa, y el discípulo es una caja de sorpresa también. Fue así con los discípulos de Jesús.

Cando confirmaban con los labios con mucha convicción: “Yo te amo Jesús”, “Doy mi vida por ti”, poco tiempo después, traición, abandono, negación … Era así y es así en nuestra vida. Necesitamos frecuentar el corazón del Maestro, necesitamos estar cerca del corazón del Maestro constantemente, porque no da para hacer calculo matemático en el discípulo. Sera siempre para nosotros aquella experiencia que escuchamos en cada Eucaristia: “El misterio de la fe”; será: “El misterio de nuestro discipulado”, hecho de fidelidad e infidelidad, acogiendo siempre las sorpresas de Dios, que nos desinstala, que nos hace también ver la vida de una forma nueva, ver nuestras relaciones de una forma nueva, tiempo de maduración a cada día.

No cierre tu corazón, yo y tu no sabemos todo, porque nuestro Maestro Señor tiene siempre un elemento de misterio para provocar nuestro corazón al discipulado y la sumisión a la voluntad de Dios.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!