“Un hombre esparce la semilla en la tierra, y ya duerma o esté despierto, sea de noche o de día, la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da fruto por sí misma: primero la hierba, luego la espiga, y por último la espiga se llena de granos” (Marcos 4,26-27.28).
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
Mis hermanos y mis hermanas, “alguien distribuye la semilla”. Jesús hace esta comparación, Él cuenta, de hecho, esta parábola para hablarnos sobre el Reino de Dios: “alguien distribuye la semilla”. La única acción que somos responsables, la única cosa, hablemos asi, que depende de nosotros es difundir la semilla.
El agricultor solo hace ese trabajo, porque el restante depende de Dios. Y aquí esta el secreto: nuestra dependencia de Dios y la confianza que nosotros necesitamos tener en Él, y eso sirve para cualquier cosa.
Nuestro gran problema, muchas veces, es querer controlar todo; controlar lo que ocurre apartir de una predica, controlar lo que ocurre apartir de una experiencia que hacemos. Pero existen muchas cosas que aparece del oculto sin nuestra participación. Es un misterio de Dios, es un misterio de la fuerza de la Palabra de Dios que va encontrando dentro de nosotros un camino para llevarnos, de hecho, a la comunión perfecta con Él.
Existe el momento de Dios para cada uno; que dependen de nosotros distribuir la semilla
Y estas cosas que ocurren en este misterio llamamos de: gobierno de Dios. Es Dios que sigue adelante, Dios es quien se ocupa de todo; nuestra misión, nuestra parte es como yo dije: lanzar la semilla, abrir el corazón. dejar que esta semilla sea lanzada dentro de nosotros, porque las demás cosas van ocurriendo al ritmo de la vida.
Tu has escuchado en el Evangelio: “duerma o esté despierto”, es decir, es en el ritmo de la vida, es en el cotidiano de nuestra vida, ocurre en el debido tiempo, en el momento de Dios, noche y día. ¡Dios tiene Su momento para encontrarnos!
Muchas veces, encuentro personas que me piden para rezar por la conversión de alguien, de algún pariente, de alguna persona amiga, y hablo siempre para estas personas: existe el momento de Dios para cada uno; a nosotros dependen de distribuir la semilla. Pero cada uno a su tiempo, en su momento, de su forma, va encontrar el camino del Señor.
Ese misterio es insondable, no podemos explicar. La Palabra de Dios nos habla: “la semilla va germinando, va creciendo…”, porque es un proceso continuo, y eso no ocurre de la noche para el día, eso no ocurre apartir de nuestros inmediatismos. ¡No! Con la gracia de Dios, ese misterio va ocurriendo poco a poco. Los frutos de la gracia de Dios en nuestra vida son progresivos — hojas, espigas, después granos que llenan la espiga.
No tengamos prisa, porque, muchas veces, nuestra prisa de querer la conversión de alguien puede estropear todo el proceso, puede arruinar todo. Porque no podemos controlar la acción de Dios en la vida de las otras personas. Es Dios quien actúa, no vamos amputar el proceso ni en el comienzo ni en el medio, pero vamos dejar que los granos llenan el choclo. Que sea Dios a guiar todo el proceso; somos solo, el algunos momentos, colaboradores. No hagamos mal, ayudemos, y que la gracia de Dios crezca en nuestra vida y en la vida de las personas.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
