“Mientras caminaban, uno que iba por el camino le dijo a Jesús: «Te seguiré adondequiera que vayas». Jesús le respondió: «Las zorras tienen sus cuevas y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”. (Lucas 9,57-58)
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Como vemos, Jesús sigue dirigiéndose decididamente hacia Jerusalén, es decir, hacia el cumplimiento de su misión, que tendrá su culmen en su entrega total, en la cruz y en la resurrección. Y en este camino, Jesús se encuentra con algunas personas que le dicen que quieren seguirlo, expresando su deseo de seguir a Jesús dondequiera que Él vaya.
Y ante este entusiasmo inicial por seguirlo, Jesús no duda en explicar que para seguirlo es necesario tener algo más que un simple impulso, algo más que un simple deseo, es necesario tener total desprendimiento y disponibilidad.
La disponibilidad para la misión depende de este desapego, no solamente de los bienes materiales, sino de este mundo. Incluso de la posesión más preciosa que podemos tener, que es nuestra familia. Seguir a Jesús es exigente. Vivir esta disponibilidad exige vivir una vida de exclusiva dependencia de Dios.
Y esta dependencia exclusiva de Dios nos pondrá en una situación menos segura que las zorras y las aves del cielo. Por eso Jesús dice en el Evangelio de hoy que las zorras tienen cuevas, los pajaritos tienen nidos, pero aquellos que deciden seguir al Hijo del Hombre no tienen esa seguridad, no tienen dónde reclinar la cabeza.
Quien sigue a Jesús debe estar comprometido con su Reino y con la salvación de las almas
Por lo tanto, Jesús deja muy claro que seguirlo no nos coloca en una situación cómoda de seguridad y estabilidad. Se equivoca quien busca seguir a Jesús con esa pretensión de tener una seguridad, de tener una estabilidad en este mundo, porque no la va a encontrar. Aquel que sigue verdaderamente a Jesús aquí, en este mundo, no encontrará estabilidad ni seguridad.
Por eso Jesús deja esto muy claro, precisamente para que el discípulo sea alguien comprometido con el Reino de los Cielos, sea alguien comprometido con la salvación y que no busque las seguridades de este mundo, no con el deseo de poseer bienes, no con los intereses de las posesiones, no. Quien sigue a Jesús debe estar comprometido con su
Reino y con la salvación de las almas.
Jesús va a decir también que quien pone la mano en el arado y sigue mirando hacia atrás, es decir, mirando otros intereses que no son los de su Reino, no es digno de Dios, no será digno de su Reino, del Reino de Dios.
Por eso necesitamos estar decididos, decididos a seguir a Jesús, despojándonos de las cosas de este mundo, de las seguridades de este mundo, comprometidos y disponibles para su Reino, disponibles para hacer su voluntad.
Pidamos esta gracia en este día, la gracia de estar comprometidos y disponibles para la misión.
Descienda sobre todos ustedes la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.