“¿es contrario a la Ley pagar el impuesto al César? ¿Tenemos que pagarlo o no?» Pero Jesús vio su hipocresía y les dijo: «¿Por qué me ponen trampas? Tráiganme una moneda, que yo la vea.» Le mostraron un denario, y Jesús les preguntó: «¿De quién es esta cara y lo que está escrito?» Ellos le respondieron: «Del César.» Entonces Jesús les dijo: «Devuelvan al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios.» Jesús los dejó muy sorprendidos” (Mc 12, 14-17).
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En el Evangelio de hoy, Jesús esta delante de una trampa por las autoridades. Los fariseos y los partidarios de Herodes quieren, a todo costo un motivo para condenar a Él.
Y ellos se acercan de Jesús de una forma astuta, alabando Sus acciones; esta es una artimaña frecuentemente empleada por los hipócritas. Ellos quieren con las alabanzas convencer a Él de que ellos están a Su lado, así quieren conseguir lo que quieren con Jesús. Además, la sabedoria de Jesús es superior, El no se deja influenciar por las adulaciones y por las falsas alabanzas.
Cuando les pregunta si es licito o no pagar impuesto a Cesar, Jesús responde con la perspicacia de alguien que tiene parte con Dios y que conoce las trampas del mundo, conoce las maldades que hay en el corazón del hombre: “Devuelvan al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios”.
La sabedoria de Jesús es superior, Él no se deja influenciar por la adulación y por los falsas alabanzas
Los bienes materiales, como el dinero, pueden sí pertenecer a Cesar, a los poderosos que gobiernan ese mundo, pero la vida de las personas, los seres humanos, estos no pueden ser tratados como productos y no pertenecen a Cesar, y no pertenecen a nadie más, que no sea Dios. Pertenecemos a Dios; todos los hombres, todas las personas pertenecen a Dios y es a Él que debemos ser dados y devueltos.
La respuesta de Jesús dejo estas autoridades admiradas y, desde entonces eso, ellos no pudieron concluir su plan, su artimaña. Y el texto de hoy, entonces, nos enseña la fidelidad y la coherencia a Dios, que actúa con sabedoria. Ante de varias situaciones que Él enfrento, el Señor actuó con sabiduría.
Y Él también nos enseña ante las artimañas de este mundo que, muchas veces, intentan tratar las personas como productos, a actuar también con sabedoria, a actuar también no influenciados por las adulaciones, por las falsas alabanzas, pero tener parte con la sabiduría de Dios, y así reconocer que la persona es el más importante.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!