“En aquel tiempo, Jesús levanto los ojos al cielo y dijo – Esta es la Vida eterna – : que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3).
Estamos, mis hermanos y mis hermanas, en los discursos de despedidas de Jesús. En Evangelio de San Juan, hoy, leemos una pasaje del capitulo 17, donde están los discursos de despedidas de Jesús. Y Él presenta, hoy, este pedido al Padre del Cielo.
La vida eterna no es un lugar geográfico. Jesús habla hoy de la vida eterna, y no es un lugar para donde nosotros debemos ir. ¡La vida eterna es una Persona, este lugar es Jesús! La vida eterna es Dios.
Por eso que, cuando nosotros encontramos el Cristo, sumergimos en una vida plena. Nada se convierte como antes, nada es más como antes, porque cuando nosotros encontramos Jesús, descubrimos la verdadera alegría y felicidad.
Jesús trajo esta vida para muy cerca de nosotros, Él nos acerco de esta verdad. Se encarnando, Él nos ha permitido el acceso a esta vida, por medio de Su persona. Es la vida de Jesús, es la persona de Jesús que nos conduce a la vida eterna.
Cuando nosotros encontramos Jesús, encontramos el camino para la vida eterna
Pasamos a comprender lo que realmente valle la pena de aquello que no valle la pena. Aprendemos a distinguir lo que es verdadero de aquello que es falso; lo que es bueno de aquello que es malo; lo que nos salva, de hecho, de verdad. Cuando nosotros encontramos Jesús, nosotros encontramos el camino para la vida eterna.
Es justamente eso que Jesús esta hablando en Su oración para el Padre, es eso que Él esta pidiendo delante del Padre para Sus discípulos. Que todos nosotros encontremos ese camino de la felicidad, que todos nosotros encontramos ese camino de vida plena.
Y este cambio de paradigma, este cambio de valor, puede venir por medio de un encuentro religioso, pero ella también puede ser experimentada en el momento del dolor, una perdida, en una tribulación, en el impacto causado por algún acontecimiento de nuestra vida, podemos redescubrir eso.
Cuantas personas testimonian, incluso, en el momento de dolores y de tribulación, reencontrar el sentido de la vida. Reencontraran una nueva forma de vivir, de elegir las cosas, de hacer opciones en tu vida, encontraran el camino de la vida eterna, encontraran Jesús.
Esta es la vida donada por Dios, a cada uno de nosotros, la vida eterna. Por eso, vivamos esta vida unidos a Cristo para que, eternamente, podamos estar unidos a Él en Su resurección, para que nosotros tengamos un día la posibilidad de vivir unidos a Él, al Padre y al Espíritu Santo para siempre. Va ser una alegría inmencionable, va ser inexplicable que todos nosotros vamos disfrutar un día participando hoy, desde ya, de la vida de Cristo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!