29 Jul 2025

En Bethania

Hoy conmemoramos a Santa María, Marta y Lázaro; y el Evangelio nos dice lo siguiente:

“«En aquel tiempo, muchos judíos habían venido a la casa de Marta y María para consolarlas por la muerte de su hermano. Cuando Marta se enteró de que Jesús llegaba, salió a su encuentro. María se quedó sentada en casa. Entonces Marta le dijo a Jesús: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”»” (Juan 11, 19-27).

El dolor humano

El Evangelio de hoy nos sitúa ante uno de los momentos más conmovedores y reveladores de la vida de Jesús: la visita a la casa de Marta y María tras la muerte de su hermano Lázaro. Cuando Marta sale al encuentro de Jesús, le dice: “Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto”.

¿No es verdad que sentimos el dolor del otro cuando se pierde a alguien tan querido y cercano?

Eso fue lo que Jesús sintió en aquel momento. El dolor humano y profundo de aquella querida hermana de Lázaro. Es decir, en el sufrimiento y en la muerte, Jesús siempre está cerca de nosotros.

Yo, en estos días, recibí la llamada de un amigo al que no veía desde hacía mucho tiempo. Estudiamos juntos en la infancia, trabajamos en el mismo supermercado, allá en mi ciudad, en mi barrio. Y en el mes de mayo, recibí la noticia de que había perdido a su padre, en la ciudad de São José dos Campos. Yo, que vivo en Cachoeira Paulista, y él me dijo: “Padre, ¿puedes venir a encomendar el alma y el cuerpo de mi padre? ¿A celebrar las exequias?”.

Humanamente, había pensado: “Hay muchos sacerdotes allí, ¿no? Otro sacerdote puede ir, no necesito desplazarme desde Cachoeira Paulista”. Pero, al mismo tiempo, Dios me recordó el dolor que aquel hijo estaba pasando y la sensibilidad que debía tener en ese momento.

No lo dudé. El velorio comenzaba a las cuatro de la tarde y yo llegué allí a las ocho de la noche.

Cuando llegué, abracé a la familia y celebré el rito de las exequias.

Mi madre, después, me envió un mensaje diciendo que mi presencia consoló el corazón de la esposa, de los tres hijos y de todos los que estaban allí. ¿Para decir qué? Que Jesús está mirando nuestro dolor, nuestro sufrimiento. Y Él quiere valerse de las personas para consolar los corazones.

He traído este ejemplo para mostrarles que no podemos ser indiferentes al dolor del otro, porque Jesús no es indiferente a nuestro dolor. Él tiene compasión y quiere hacerse cercano a nosotros.

Sé cercano y sé presencia en la vida de aquel que pueda estar pasando por la peor dificultad, la peor prueba o incluso por la pérdida y la muerte de un ser querido.

Que el Señor nos dé un corazón compasivo y misericordioso, y que Él nos bendiga.

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡Amén!


Padre Ricardo Rodolfo

Padre Ricardo Rodolfo é brasileiro, nascido em 15 de junho 1982. Natural de São José dos Campos (SP), é membro da Associação Internacional Privada de Fiéis – Comunidade Canção Nova desde 2009 no modo de compromisso do Núcleo.

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