Pero Jesús les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Pedro respondió: “El Cristo de Dios”. Pero Jesús les prohibió severamente que se lo dijeran a nadie, y añadió: “El Hijo del Hombre debe padecer mucho, ser desechado por los ancianos, por los sumos sacerdotes y los escribas, ser muerto y resucitar al tercer día”. Después, Jesús dijo a todos: “Si alguno quiere seguirme niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Pues quien quiera salvar su vida, la perderá; y quien pierda su vida por causa de mí, ese la salvará”. (Lucas 9,18-24)
Identidad de Cristo
Hermanos y hermanas, hoy, domingo, es el día del Señor, día por excelencia para ponernos en comunión con Él participando en la Santa Misa. Y tú estás invitado a participar en la Santa Misa en tu parroquia, en tu capilla, en tu región, y allí ponerte en la presencia de Dios.
En el Evangelio que hemos escuchado hoy, Jesús interroga a los discípulos sobre Su identidad y los prepara para la misión.
La identidad de Jesús como Mesías, de hecho, hermanos y hermanas, es un misterio que, poco a poco, se revela a los discípulos, así como hoy se nos revela también a nosotros. Este misterio se nos revela también a nosotros, poco a poco, lentamente, con mucha paciencia, paso tras paso. Pero el misterio siempre se revela; Jesús se nos muestra a nosotros, por eso la vida en Cristo siempre exigirá renuncia, pero nos garantiza una vida plena y de comunión con Dios siempre.
Jesús, al interrogar a los discípulos sobre su identidad, los desafía a dar una respuesta personal.
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”
Respondamos también nosotros a esta pregunta con la santidad de nuestra vida, con las respuestas que, con la gracia de Dios, seremos capaces de dar en este mundo.
“Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”
Entonces, reconozcamos a Cristo como el Dios que nos salva, como el Dios que nos santifica.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!