“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede” (Mt 5, 33-37).
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Queridos hermanos y hermanas, hoy cumplo años, 42 años de vida. Quiero compartir un testimonio de este “sí, sí” y este “no, no” que el Padre Jonas predicó, pues él fue fiel al proyecto de salvación de Dios. En este día de mi cumpleaños, quiero alabar y bendecir a Dios, porque Él me ha dado, cada día más, la convicción de esta decisión de renunciar al mal y al pecado.
Hoy, Jesús también nos enseña a ser verdaderos con nosotros mismos ante Dios. ¿Por qué verdaderos? Porque solo podré decir sí a Dios si soy verdadero. ¿De qué manera, padre? Verdadero en mi forma de perdonar a las personas, en mi forma de amar, en mi forma de acogerlas. No puedo vivir una vida de falsedad en la Iglesia. Como sacerdote, predico, enseño, pero cuando salgo, en medio de mis hermanos de comunidad o en lugares que frecuento, doy falso testimonio de lo que he predicado.
La importancia del “Sí, Sí” y “No, No”
Que mi sí sea sí, y mi no sea no, porque lo que esté más allá de esto viene del maligno, es decir, del demonio. Por eso debemos tener seriedad al abrazar la vida de fe, el cristianismo, los mandamientos de la ley de Dios. Si quieres vivir de manera coherente, no abras espacio para negociar tu vida con las cosas del mundo, porque resbalarás.
Nuestro sí necesita ser definitivo. Una vez que estoy en Dios, necesito caminar hacia Él, necesito vivir totalmente para Él y no mirar atrás. Claro que, en nuestro camino, por los contratiempos de la vida, vamos a flaquear, caer en algún pecado, pero pronto nos levantaremos e iremos al confesionario para comenzar de nuevo. Desafortunadamente, lo que ha estado sucediendo hoy en día es que muchos cristianos no están sosteniendo su decisión.
¿Y por qué no mantienen su sí? Están haciendo lo que es del mundo. Están retrocediendo, están volviendo a la vida vieja. Una vez que no sostengo, me entrego en las manos del maligno. Es el propio Jesús quien está hablando.
Entonces, mi hermano, mi hermana, ten la capacidad de, hoy, abrazar con seguridad la voluntad de Dios y no abras espacio para dialogar con las cosas del mundo, sino para estar dentro de la voluntad de Dios. “Que tu sí sea sí, y que tu no sea no. Lo que viene más allá de eso, proviene del maligno”.
Que Dios nos bendiga y nos dé su perseverancia. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.