“Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor. como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor” (Jn 15, 10).
Es verdad que queremos en Jesús, y más aún, queremos que Jesús permanezca en nosotros, este en nosotros. No queremos salir de la presencia de Dios ni queremos que Él salga de nuestra presencia.
Como Jesús fue todo amado por el Padre y el amor del Padre esa todo en Jesús, el amor de Jesús esta en nosotros. Por eso, para permanecer en Él es necesario permanecer en el amor. Cometemos un gran equivoco en la vida: nosotros queremos estar en Dios, pero, muchas veces, no queremos vivir el amor.
A veces, vivimos el amor limitado o el amor en la forma humana, mundana. Pero el amor de Dios no se conjuga con el amor de este mundo, y no da para permanecer en el amor de Dios permaneciendo en el odio, en la tristeza, en el resentimiento. No da para permanecer en el amor de Dios, permaneciendo en la maldad, porque el amor de Dios no soporta maldad.
Miremos las maldades de nuestros sentimientos, de nuestros pensamientos y, muchas veces, las maldades de nuestras acciones. Hablar mal del otro, querer mal al otro, desear el mal al otro; cuando no practicamos el mal al otro, hacemos cosas unos contra los otros y, muchas veces, decimos que es en nombre de Dios.
Para permanecer en Jesús es necesario permanecer en el amor
Dios no se deja llevar, cuanto menos permanecer en actitudes mundanas, hechas en nombre de Él. Es lo que llamamos de deshonrar, no respetar y agredir la dignidad de Dios. Donde esta el amor, allí Dios esta; donde no esta el amor, Dios no está.
Tu puedes llevar una cruz grande en nombre de Jesús, tu puedes usar una ropa en nombre de Jesús; tu puedes llevar una Biblia grande en nombre de Jesús, pero eso no significa que tu estas en Jesús.
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Para permanecer en Él es necesario permanecer en el amor, porque donde no tiene amor, no tiene Jesús. Y el amor de Dios por nosotros, el amor de Jesús, el amor que Él nos amó, no soporta nuestras actitudes desamorosas, actitudes que no revelan amor. Al contrario, revela muchas veces desear el mal, querer el mal.
” Si cumplen mis mandamientos, permanecerán en mi amor”, no te olvides que los mandamientos de Dios es para que amemos a Él. Tal vez, amemos mucho a Dios, pero si no amamos el prójimo, ¿cómo el amor de Dios permanecerá en nosotros?
¡Dios te bendiga!