“En el sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo.» María, entonces, dijo: «He aquí la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel se retiró.” (Lucas 1,26-38)
Libertad de Dios y la libertad de la criatura
Muy bien, hermanos y hermanas, en estos días que anteceden a la Navidad, el texto más enfático, sin duda, es el de Lucas 1,26, que reflexionamos hoy: 1,26 en adelante. Leí solo el principio y el final, como habrán notado en la lectura del Evangelio.
El famoso encuentro entre el ángel Gabriel y la Virgen María, que, en realidad, apunta al encuentro entre dos libertades: la libertad de Dios que elige, y la libertad de la criatura que responde libremente a ese llamado. El encuentro de las dos libertades.
Dios no es un tirano, dictador de sus voluntades; ni María es una marioneta, manipulada, obligada a aceptar la propuesta de Dios. Él siempre nos propone, nunca nos impone.
Por eso la Navidad no puede ser nunca comprada, no puede ser inventada, no puede ser modificada. Su raíz es una hermosa experiencia de gratuidad, libertad y generosidad.
Cuando se habla del “Espíritu de la Navidad” no se refiere a otra cosa que a ese regalo que Dios hizo a la humanidad, a esa respuesta de generosidad dada por la más bella criatura, la Virgen María. No hay otra forma de comprender el Espíritu de la Navidad si no es esta realidad.
Presencia de Dios, regalo de Dios, generosidad por parte de la Virgen María que acoge la propuesta del Señor.
El verdadero y genuino Espíritu de la Navidad es este misterio de Dios que quiso, en su benevolencia, hacernos partícipes a nosotros, seres humanos, de su proyecto de amor y salvación para toda la humanidad.
Recuerdo hoy, en este día 20, las palabras del arzobispo, entonces arzobispo de Palmas en Tocantins – Brasil, en aquella época, Don Alberto Taveira, el día 20 de diciembre de 2009, con ocasión de mi ordenación sacerdotal: «Dios nos seduce y provoca nuestra libertad para que respondamos, con generosidad de corazón, a su proyecto de amor».
Por eso pido permiso a ustedes que acompañan la homilía, aquí en nuestro canal, para pedirles a todos oraciones, porque hoy cumplo 15 años de sacerdocio; pero no solo por mí, sino por todos los sacerdotes de la Canção Nova (Canción Nueva), para que sigamos fieles a Dios, a la Iglesia y al carisma que hemos recibido de Dios. El sacerdocio es un gran don y hemos recibido un legado de nuestro Padre fundador y queremos llevar adelante ese legado.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!