10 Aug 2021

Dios quiere que convirtamos un trigo fructuoso

“Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12, 24).

Aquello que Jesús esta hoy nos enseñando sobre el grano de trigo – es una parábola incluso muy sencillo, más de una profundidad inmensa para enseñarnos lo que es el cotidiano de la vida -, porque, en el campo es así: de nada sirve sembrar la semilla, de nada sirve coger el grano de trigo y tirar, si aquel grano de trigo no morir; si él no muere, él no fecunda; él va seguir solo siendo un grano de trigo, y es muy frustrante, muy decepcionante el grano de trigo que no sale y deja de ser grano de trigo para convertirse trigo.

Es muy frustrante la vida que no sale del lugar, es muy frustrante la vida que no produce fruto, es muy frustrante la vida que va hacia adelante. ¿Y sabe por qué la vida no camina? Porque no queremos morir para aquello que somos apegados, no queremos morir para nacer, porque lo que ocurre con el grano es que el grano muere para nacer fruto.

Dios quiere que nosotros realmente seamos el verdadero trigo y que produzcamos muchos frutos

Tenemos que morir, por ejemplo, para la vida infantil; somos niños en una etapa de la vida, somos bebé y aquel bebe sale para fuera. Mira que, la vida es siempre un morir para nacer, desde aquella unión maravillosa del óvulo y del espermatozoide y que logró, fecundo y nació la vida, y esa vida fue muriendo, ella vino para fuera, ella brotó y nosotros fuimos creciendo, nos convertimos personas adultas como estamos hoy.

Cada vez que miro para una persona embarazada, veo que yo estaba como una semilla allí en el vientre de mi madre, pero la belleza de la vida me hizo venir para fuera. Pero no es solo físicamente, porque, gracias a Dios, físicamente nos desarrollamos, pero tiene que ser también espiritualmente, tiene que ser también mentalmente.

Hay personas adultas que la mentalidad, desgraciadamente, es muy infantil, no muere para el raciocinio de niño, sigue pensando pequeño y atrasado. Espiritualmente, la persona no muere para el resentimiento, no muere para la tristeza para el rencor. ¿Qué ocurre? Ella va muriendo por dentro, en lugar de tener la vida, en lugar de producir el fruto de la reconciliación, del perdón, del amor y de la vida nueva. Necesitamos en todas las áreas de la vida saber morir.

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Pasa el tiempo y tu encuentras una persona, un amigo, un pariente, una persona conocida; y la persona esta con aquella misma tristeza, aquel mismo asunto. Ella no supo morir para la tristeza, para el rencor y para el resentimiento. Y tu ves que la persona atrofia, ella no fue para frente, mentalmente ella no creció, espiritualmente ella no ha avanzado.

Quedamos siempre conectados al viejo, nosotros quedamos siempre conectados y querer ser solo un grano de trigo, y Dios no quiere que nosotros seamos grano, Dios quiere que nosotros realmente seamos el verdadero trigo y que produzcamos muchos frutos.

¡Qué belleza! Aquel grano de trigo que muere, va ser después pan, pastel, él va ser mucha cosa buena, él va a sanar mucha gente. Nosotros vamos hacer muy a bien a nosotros y a los demás, si supimos morir a cada día.

Muera para el egoísmo, el orgullo, la soberbia, la vanidad. Muera para estos pensamientos y tormentos antiguos; muera para estas disputas, para estas pasiones políticas e ideológicas; muera para estas convicciones religiosas fanáticas, ciegas y erróneas. Muera para el egoísmo, para la soberbia, para que ese grano de trigo se convierta en un trigo frutuoso.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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