“Pero los invitados no ponían la menor atención: Un fue para su campo, otro para sus negocios” (Mateo 22,5)
Esta parábola contada por Jesús respecto del Reino de los Cielos – comparando con la historia del rey que prepara la fiesta de casamiento de su hijo -, en un primer momento, representa un significado muy triste.
Usted sabe que, cuando usted prepara una fiesta, un banquete, un almuerzo, una cena, una fiesta de casamiento para sus hijos, usted elige a dedo quién va invitar. Es interesante que quien no es invitado se siente un poco triste, porque no fue recordado. Hasta da para recordar de todo mundo, lo que no da es para invitar a todos, porque ni todo el mundo va encajarse y así por delante.
Quien es invitado se siente especial .
Es verdad que también duele el corazón cuando usted invita alguien que no da la mínima importancia, ni siquiera justifica que no podrá ir, que tiene compromiso, que iba tener mucho gusto. Esto se llama poco caso.
No haga poco caso con nadie, para la mínima cosa. Si la persona tuvo consideración con usted, esfuerza para tener consideración, no sea como estos invitados del Evangelio que hicieron poco caso, ni dieron atención y cada uno fue para sus negocios, unos tenían campo, otros tenían otro trabajo y en fin, todos tenían ocupaciones. No le dieron la “menor pelota” ni la menor importancia.
Dios no excluye a nadie de su Reino, pero muchos hacen poco caso o tratan de cualquier manera las cosas de Él.
El Rey quedó indignado, mandó a sus tropas incendiaron aquella ciudad, mataren … Él quedó enfurecido. Es claro que aquí es una historia, y el Rey sintiendo que hicieron poco caso de Él, eliminó aquellas personas.
Muchas veces, vamos eliminando de nuestra lista de amigos, de personas queridas, las personas que hacen poco caso de nosotros. Recordemos con mucho cariño de esta o de aquella persona, pero si ella hizo poco caso, de pronto, ella no va tener importancia, porque ella no dió la importancia que le dimos.
Lo que Jesús nos cuenta es para decir que el Reino de los Cielos es así, Dios da toda la importancia para nosotros, Dios danos prioridad. Mire cuantas invitaciones recibimos de Dios, para las cosas de Él, para sus encuentros, para la mesa del banquete de Él, pero va llegar una hora que no vamos recibir más invitación. Y no es que Dios vaya excluir, es que nosotros mismos hacemos poco caso, estábamos poniendo dificultad. Cuantos hoy, también hacen poco caso con las cosas de Dios, cuántos hacen poco caso para la oración de cada día y para participar del banquete eucarístico.
Dios no excluye a nadie de su Reino, pero muchos hacen poco caso, tratan con indiferencia, de cualquier manera las cosas de Él. Muchas veces, nosotros inventamos disculpas o tenemos ocupaciones más importantes. Dios no nos excluye, pero nosotros lo eliminamos o hacemos poco caso de aquello que es la invitación de Él para nosotros.
¡Dios te bendiga!