“Es verdad, Señor, pero los cachorros, debajo de la mesa, comen las migajas que dejan caer los hijos” (Mc 7, 28).
Mis hermanos y mis hermanas, miro para el corazón de esta madre afligida, con el corazón amargado corazón en migajas, desmenuzado, que se presenta delante de Jesús, porque no aguanta más sufrir por causa de su hija, que esta siendo dominada por un espíritu impuro.
Quien es madre, quien es padre, sabe cual es su sufrimiento cuando no consigue lidiar con situaciones complejas de la vida de los propios hijos; y, muchas veces, estos espíritus van tomando cuerpo, tomando forma, y los hijos quedan imposibles hasta de controlar, de ayudar. ¡Que tristeza toma cuenta de un corazón de un padre, de una madre cuando cualquier espíritu impuro entra en el corazón de sus hijos!
¿Cómo lidiar con estas situaciones? Como lidiar con estas dificultades todas? Y el tormento queda mayor a medida que el tiempo pasa. Es por eso que esta mujer, al escuchar hablar de Jesús va atrás de Él como la solución para tu vida, como luz para tu corazón; y ella implora de Jesús que expulse de tu hija aquel demonio que atormenta la vida de aquella niña. Jesús la cuestiona: “¿Cómo es que voy quitar el pan de la mesa del hijo para dar a los perros?” aquel era un dictado popular de la cultura judaica, que trataba los paganos como si fuesen perros. “Es verdad, Señor, pero los perros comen, o mejor, los perros comen las migajas que los niños dejan caer de las mesas. Si yo no puedo comer el pan, porque mi corazón esta desmenuzado, mi corazón esta como migajas, Señor, dame, entonces, las migajas del pan, dame migajas de los panes, para que yo pueda saciarme de ellas”.
Con el corazón desmenuzado, ella busco las migajas para renovar su disposición
El corazón de aquella mujer es el corazón de muchos de nosotros, heridos, dañados por las situaciones humillantes de la vida. Mayor que cualquier situación que no oprime, necesita ser nuestra fe, porque la fe, mis hermanos, expulsa cualquier demonio, del corazón y de nuestra vida. Es por eso que Jesús esta diciendo para esta mujer: “Puede volver para casa, porque el demonio ya salio de su hija”. Ella tuvo fe en Jesús, porque, mismo con el corazón desmenuzado, ella busco las migajas para renovar su disposición. Como la hija estaba con aquella situación, aquel demonio que la atormentaba, la madre también estaba atormentada, la madre también estaba atribulada, y solo la fe trajo para ella la serenidad del alma para lidiar con la propria hija, porque con la fe renovada, ella, con seguridad, sera el canal para que el demonio saliese de la vida de la hija de ella.
Querido padre, querida madre, mi hermano, mi hermana, nosotros lidiamos con situaciones muy complejas en la vida, pero quedemos de pie por la fe, y, mismo con el corazón desmenuzado, nos revistamos de nuestra fe, porque solo la fe puede expulsar los demonios que nos atormentan, que quitan nuestra paz, quitan la paz de nuestra casa, de nuestra familia y de nuestros hijos.
Que la Palabra de Dios nos robustece y fortalece la fe de nuestro corazón.
¡Dios te bendiga!