“Aprendan algo del Reino de los Cielos. Un propietario salió de madrugada a contratar trabajadores para su viña” (Mt 20, 1).
Esta parábola, contada por Jesús, para nuestra formación y para nuestro crecimiento en la fe, para muchos es difícil de entender. Pero la dificultad no es parábola, la dificultad está dentro de aquello que nosotros llevamos en nuestro corazón. Porque, nuestro corazón tiene un sentido de justicia, y ese sentido de justicia no corresponde aquello que es la justicia de Dios.
Dios no es solo justo, Dios es bueno; Dios no es solo bueno, Él es justo. Justicia y bondad hacen parte de una única virtud divina, el hombre justo necesita ser bueno; y el hombre bueno necesita ser justo. En Dios jamás habrá injusticia; jamás podremos acusar a Dios de ser injusto. Ahora, el Dios que es justo, el Dios que es aquel que hace justicia para con todos, Él es bondadoso para aquellos a quien aprecia experimentar de Su bondad y de Su generosidad.
Por eso, me gusta dominar esta parábola de hoy como la “parábola de la justicia y de la bondad”, primero, porque es justo contándonos esta historia de este propietario. El propietario que sale de madrugada, contrata trabajadores muy temprano, un poco más temprano, en la mitad del día y después en el final del día. Y como dijo un viejo dictado: “El acordado no cuesta caro”.
Dios es muy bueno para todos, sin jamás dejar de ser justo
Lo que él ha acordado para pagar cada uno, el propietario pagó. Entonces, cuando en el primer horario, él acordó una moneda de plata; a los trabajadores de las nueve horas de la mañana, acordó una moneda de plata, él pagó lo que fue acordado. Entonces, ese propietario fue justo con todos, además, cuando llegó al final del día, y él pagó la misma cantidad para aquellos que trabajaran solo en el final del día, hubo un problema. Porque los que trabajan en el inicio del día esperaban que iban recibir más, más él no acordó más con nadie, él acordó pagar la moneda de plata.
¿Cuál es el problema? Es lo que la Palabra está diciendo: “¿Ustedes están con envidia porque estoy siendo buena?”. El problema todo es la envidia, porque si aquellos que trabajaron por último, no subieran lo que han recibido los que han trabajado después, no habría ningún problema. El problema fue porque él paró de mirar para aquello que él recibió y fue reparar lo que el otro recibió.
Cuando nosotros paramos de mirar para nuestra vida y valorizamos lo que tenemos, valorizamos la familia que tenemos, la bendición que tenemos, el cuidado que tenemos y quitamos nuestra energía y nuestra mirada para reparar la vida de los demás, la envidia comienza a tomar cuenta de nosotros, otros sentimientos comienzan a tomar cuenta de nosotros, dejamos de ser justos para sernos justiceiros; y comenzamos a quedar irritados, comenzamos a quedar amargos, comenzamos a quedar negativos; y es aquí que está el problema, porque confundimos nuestra justicia con sernos justiceiros y dejamos de lado la bondad.
Dios es muy bueno para todos, sin jamás dejar de ser justo. Que dejemos de reparar la bondad de Dios con los demás y valoricemos la bondad que Él tiene con nosotros. ¡Dios jamás va a ser injusto con nadie!
¡Dios te bendiga!