“En aquel tiempo, Herodes, al verse burlado por los magos, se enfureció mucho y mandó matar a todos los niños menores de dos años en Belén y en toda su comarca, conforme al tiempo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías: «Un clamor se oye en Ramá, llanto y lamentación grande; es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere ser consolada, porque ya no existen.»” (Mateo 2,13-18)
Es difícil destronarnos a nosotros mismos
Hermanos y hermanas, con tan solo tres días de nacido, la historia de Jesús ya registra un episodio muy dramático.
Hoy, un asesinato en serie de varios niños que, debido a la causa, seguramente, hoy no recibiría mucha atención en los noticiarios.
Digo esto porque, cuando Cristo entra en escena, todo se silencia y se trata con mínima atención. Basta recordar la trágica inundación en Rio Grande do Sul; ustedes lo recordarán, donde las mascotas tuvieron más protagonismo que las familias, que perdieron personas y bienes. Bueno, cuando Jesús está en medio, los noticiarios no le prestan tanta atención.
Hoy, basta mencionar el tema del aborto para que el cristianismo sea ridiculizado. Herodes se sintió amenazado en su posición e inició una búsqueda implacable contra el niño Jesús.
Generalmente, así es como sucede con alguien que teme perder su posición, y la persona es capaz de las mayores atrocidades para lograr lo que quiere.
No nos detengamos en la figura de Herodes, porque puede estar oculto dentro de nosotros. A veces, miramos a Herodes, vemos toda su maldad y nos olvidamos de mirar dentro de nosotros, al Herodes que muchas veces puede estar oculto en nuestro corazón. ¡Porque qué difícil es destronarnos a nosotros mismos! ¡Qué difícil es para nosotros salir del centro y dejar de jugar a ser el Dios de nuestra vida, de querer tomar las decisiones! El desafío es dejar que el ritmo de la vida nos conduzca en la voluntad de Dios.
¿Quién dijo que tenemos que ocupar para siempre el lugar que ocupamos? ¿Quién dijo que las sillas en el reino de Dios son cautivas?
Eso puede existir en el mundo exterior, pero en el cristianismo, la función más noble se llama “lavatorio de pies”.
Afortunadamente, nadie puede oponerse a la obra de Dios. Jesús escapa ileso gracias a José, quien se comprometió a defender a la Sagrada Familia, a defender el sueño de Dios para la humanidad.
La vida cristiana está hecha de personas así, dispuestas a dar su propia vida en defensa de los ideales puros y santos de la voluntad de Dios.
La obra de Dios siempre prevalece. La voluntad de Dios está siempre por encima de todo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!