03 Jun 2021

Dejemos la Eucaristía resplandecer en nuestra vida

“Durante la comida Jesús tomó pan, y después de pronunciar la bendición, lo partió y se lo dio diciendo: “Tomen, esto es mi cuerpo” (Mc 14, 22).

Hoy, es la fiesta del Cuerpo y Sangre del Señor. Fue por ocasión de la última cena aquel Jueves Santo, que el Señor nos dio ese grande regalo y esa gran dádiva: Él mismo se dio, se inmolo, se convirtió el sacrificio único para reparar nuestros pecados. No más animales no más sangre de corderos porque Él es el Cordero Inmolado.

Aquel mismo que se dio en la cruz por amor a nosotros se da en el sacramento de la eucaristía, el sacramento del Cuerpo y Sangre del Señor. ¡Como necesitamos volvernos con mayor amor y reverencia, con e corazón vibrando y adorando de pasión, a la presencia rea de Jesús en la Eucaristía!

El hecho es que el Jueves Santo ocurrió en aquel contexto de la Semana Santa, y nosotros nos detenemos a todo los acontecimientos pascuales pero la Iglesia hace cuestión de, pasado el tiempo Pascual, volverse al misterio esencial que recibimos como dádiva y regalo de Dios, que es la institución de la Eucaristía, que es el sacramento del Cuerpo y Sangre de Señor.

Necesitamos volvernos con mayor amor y reverencia a la presencia real de Jesús en la Eucaristía

No podemos pasar sin percibir y ni lejos de nosotros, como nos recuerda el papa Juan Pablo II: “La Iglesia vive de la Eucaristía”. Y el centro, la vida y e corazón de la Iglesia es a Eucaristía. Cuando hablamos “Eucaristía” es e Cuerpo y Sangre del Señor, porque la Iglesia es el cuerpo místico de Cristo y, la Iglesia como cuerpo de Cristo, se alimenta del cuerpo y de la sangre de Cristo, ella vive de la Eucaristía.

Nosotros vivimos de la Eucaristía y, primero, necesitamos tomar consciencia de la vida eucarística que necesitamos tener. Necesitamos tomar y beber Su Cuerpo y Su Sangre. Cuando tomamos el Cuerpo del Señor, tomamos también Su Sangre. Cuerpo, alma y divinidad están en la Eucaristía que recibimos.

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Es necesario no solo tomar, es necesario vivir la vida eucarística, dejar que la Eucaristía brille en nuestra vida. Eucaristía es acción de gracia y lo que más necesitamos es dar gracias, alabar, bendecir, es llevar una vida en la cual podamos realmente clamar como Pablo: “Es Cristo que vive en mí”. Tener los sentimientos y los pensamiento de Cristo.

No basta recibir la Eucaristía, es necesario vivir la vida de Jesús en mí. Jesús es adorado y glorificado en todos los sagrarios del mundo entero. Nuestra devoción y nuestro amor a Jesús en la Eucaristía por gestos, palabra e incluso por la falta que muchas veces, sentimos. Estar lejos de la presencia física, la distancia que es creada debido las situaciones, pero nada puede apartarnos de la presencia real de Jesús en la Eucaristía.

Si paso delante de una iglesia, y yo me inclino, vuelvo para Jesús en la Eucaristía, Jesús en el sagrario para ser adorado, amado y glorificado, pero necesito convertir mi corazón un sagrario puro, el lugar de la morada de Jesús. Necesito vivir una vida de comunión con el Señor, para que la Eucaristía sea vida en mi vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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