“Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos” (Jn 21, 15).
Mis hermanos y hermanas, las preguntas no paran aquí, porque Jesús pregunta tres veces a Pedro la realidad del amor, pero el sacerdote ha leído solo la primera parte, porque esta pasaje ya es bien conocida por todos nosotros. También ya pasamos por la experiencia de ser interrogados por el Señor. “¿Tu me amas?”, “¿Me amas más que estos?”, “¿Tu me amas más que esta situación que tu estas viviendo, más que tus bienes materiales, que las personas?”. Es decir, todos nosotros ya fuimos confrontados con esta realidad.
Jesús conoce todo de nosotros, seguramente Él ya sabia cual era la respuesta de Pedro, pero la respuesta no servia para Jesús, la respuesta servia mucho más para el propio Pedro. Porque, a veces, las preguntas que Dios nos pone son justamente para suscitar dentro de nuestro corazón que tomemos posesión de amor que cultivamos para con el Señor. Es para que yo y tu evaluemos si realmente nuestro amor tiene calidad, tiene profundidad, y si realmente estamos dispuestos a dar la vida por causa de Jesucritro.
La parte que es traducido aquí, y desgraciadamente, pierde una cosa muy importante, porque la palabra griega que aparece aquí en las respuestas de Pedro es “Phileo”, que no es Ágape, el amor Ágape, pero es el amor “Phileo”, es el amor de amistad, es un amor – hablemos, en un nivel inferior. No que él sea malo – ¡por el amor de Dios! – pero él esta en un nivel inferior.
Pedro, en aquel momento, en aquella situación, solo conocía la palabra “gustar”, él no conocía la palabra “amar”. Su amor aún no había escalado la montaña del calvario, su amor no había aún escalado la montaña de la cruz, del sacrificio y de la renuncia. El amor de Pedro estaba en una admiración por Jesús, muchas veces, en el oportunismo, porque pensaba en el mesianismo de Jesús de una forma equivocada. El amor de Pedro estaba un poco iludido sobre la persona de Jesús o, muchas veces, era un amor utilitarista.
Pide a nuestro Señor que haga crecer su amor por Él, pide a nuestro Señor que su corazón se encante más una vez con Él
Cuantas veces también amamos así: utilizando las personas, engañándonos con el oportunismo. Muchas veces,admiramos las personas, pero basta una decepción, y ya descartamos. Muchas veces, también solo conocemos la palabra “gustar”, no conocemos la palabra “amar”.
Pedro tuvo que aprender a decir “Yo te amo, Señor”, dando la vida por Jesús, pues fue crucificado de cabeza para bajo por amor a Jesucristo.
Pero, hoy, esta pregunta que Jesús también hace a mi corazón y al tuyo quiere comprometer nuestra vida. Por eso, tenga coraje de dejar que Jesús pregunte para ti hoy: “¿tu me amas de verdad?”, “¿Me estás amando con tu vida, con todo aquello que tu haces?”. Ten coraje de hacer esta pregunta hoy para ti, y ten coraje de acoger las respuestas.
Si ellas están aún en este nivel inferior del gustar, de estos elementos tan débiles del amor, pide a nuestro Señor que haga crecer su amor por Él, pide a nuestro Señor que tu corazón se encante, más una vez, con Él y dejarse seducir por el amor de Jesús. Es esta experiencia que somos invitados a hacer, es esta gracia que el Señor quiere dar a cada uno de nosotros con esta Palabra.
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!