“Entonces él les dijo: «¡Qué poco entienden ustedes y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¿No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?» Y les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas. Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir adelante, pero ellos le insistieron diciendo: «Quédate con nosotros, ya está cayendo la tarde y se termina el día.» Entró, pues, para quedarse con ellos. Y mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. En ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron, pero él desapareció. Entonces se dijeron el uno al otro: ¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Lucas 24,25-32).
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La liturgia de hoy nos relata a la aparición de Jesús resucitado a dos discípulos de un poblado, llamado Emaús. Los dos estaban decepcionados, tristes con todo que había ocurrido; en tus corazones quedó solo la amargura por los sueños deshechos, la esperanza fue crucificada. Ellos van decir: “¡Nosotros esperabamos que Él fuese libertar Israel, pero, aunque todo eso, ya hace tres días que todas estas cosas ocurrió!”.
La Palabra de Dios tiene el poder de devolvernos la alegría y la esperanza en saber que Jesús esta vivo
Y mientras volvia caminando, decepcionados, tristes, conversando sobre aquellas cosas que habían ocurrido en Jerusalen, e se pone en el medio de ellos. Y aún teniendo que escuchar decir que la tumba estaba vacía, la tristeza y la desilución fueron tan grandes, que ellos no fueron capaces de reconocer que Jesús caminaba al lado de ellos.
Mis hermanos, la decepción y la tristeza causadas, a veces, por las expectativas que nosotros creamos nos convierte personas lentas e insensibles de corazón para creer.
Jesús esta vivo y Él camina de nuestro lado. Y el mismo que Jesús que explico las Escrituras a los discípulos en el camino de Emaús, ahora nos habla por medio de Su Evangelio. Lo que necesitamos es dejar nos involucrar por Su Palabra.
Porque la Palabra de Dios tiene el poder de hacer revivir los corazones más fríos e incrédulos. La Palabra de Dios tiene el poder de devolvernos la alegría y la esperanza en saber que Jesús esta vivo y camina a nuestro lado. Por eso, dejémonos involucrar por la Palabra de Dios, Él esta con nosotros, Jesús camina a nuestro lado. Los discípulos han dicho: “¿No arde nuestro corazón mientras Él hablaba con nosotros?”; y, al repartir el pan, ellos reconocieran que era Jesús vivo.
Jesús esta presente en Su Palabra y en la Eucaristia. Busquemos con ardor, dejémonos involucrar por su Palabra y amemos a JEsús que se encuentra en la Eucaristia.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
