“Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: ‘Felices ustedes’. Pero ¡ay de ustedes” (Lucas 6, 20.24).

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Mis hermanos y mis hermanas, he leído solo una pasaje inicial del Evangelio de Lucas, que cuenta sobre las bienaventuranzas, pero un detalle interesante que el Evangelio de Lucas nos presenta, es ese: “levantar los ojos para los discípulos”.

Jesús levanta los ojos para Sus discípulos porque es, justamente, mirando para ellos que Jesús ve todas estas realidades. Él conoce cada uno de nosotros, nuestras miserias, pero también nuestras potencialidades. Jesús ve el corazón del ser humano.

Jesús no nos ve como pobres infelices, pero nos da la seguridad de aquello que falta en nuestra vida Él para rellenar con Su propia vida.

Jesús no es una resolución momentánea de nuestras carencias – la pobreza, las lagrimas, el hambre, las humillaciones –, pero sera la plenitud de nuestra vida, y Él no solucionara nuestros problemas momentáneamente. Pero Jesús también nos responsabiliza, porque el Evangelio intercalar: “Bienaventurados eres vos”, pero también nos señala: “Ai de ti”.

Jesús ve cada uno de nosotros, pero es necesario permitir que esta mirada de Él sea puesto sobre nosotros

La perdición de la autosuficiencia, del egoísmo, del cierre, de la ambición, de la independencia, todo eso es duramente reprovado por vários “ay” que aparece aquí en el Evangelio. Porque Jesús también nos llama la atención de forma como nosotros vivimos nuestra vida, la forma como nos comportamos.

Los “ay” que aparecen aquí no son las siete plaga del castigo de Dios en el Egipto, pero es la forma que Dios tiene de hablar en nuestra conciencia que las cosas no están siendo bien vividas y ellas no pueden ser vividas de cualquier forma.

Es necesario una conversión, es necesario una mirada atenta a estas realidades. Como dije — autosuficiencia, egoísmo, cierre, ambición, independencia –, si estamos viviendo de esta forma, necesitamos convertirnos, necesitamos pasar para el lado de las bienaventuranzas, necesitamos vivir el estilo de vida de Jesús. Por eso la necesidad de acercarnos de Él.

Hoy, permitamos que la mirada de Jesús nos alcance, así como Él levanto los ojos para Sus discípulos. Hoy, Él ve cada uno de nosotros, pero es necesario permitir que esta mirada de Jesús sea puesto sobre nosotros, para que miremos dentro de nosotros nuestras acciones.

Convirtámonos de las malas acciones y frutifiquemos aún más las cosas buenas que están plantadas dentro de nosotros.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!