“El se dio vuelta y, viendo que lo seguían, les preguntó: «¿Qué quieren?». Ellos le respondieron: «Rabbí ?que traducido significa Maestro? ¿dónde vives?». «Vengan y lo verán», les dijo. Fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él ese día. Era alrededor de las cuatro de la tarde” (João 1,38-39).

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Mis hermanos y mis hermanas, el momento en que Jesús se manifiesta en nuestra vida es el momento más importante, es lo que marca nuestra historia. ¡La entrada de Jesús en nuestra vida nos marca para siempre!

Por eso, en esta reflexión de hoy, nos gustaría de destacar que el texto bíblico nos representa: “Era cuatro de la tarde”. Este horario, aquí, (del griego dékatos — la decima hora) correspondía justamente al final de la tarde, el momento del declinio del sol.

El encuentro ocurre cuando la vida se declina. El encuentro de estos discípulos con Jesús ocurre cuando el sol ya no brillaba. El detalle del momento aquí es muy importante por dos motivos. El primero, el momento en que Cristo entra en nuestra vida nos marca para siempre, marca nuestra historia, y no podemos olvidar de eso nunca.

Pero no es solo una recordación, una memoria solo de hechos o de un lugar en que tu has hecho, por ejemplo, un encuentro o participo de un retiro espiritual, pero necesita marcar tu vida con aquel antes de Cristo y después de Cristo; quien tu era y quien te has transformado por la gracia de Dios. Eso necesita estar delante de tus ojos todos los días.

Cuando Jesús entra en tu historia y en tu vida, Él echa para fuera las tinieblas

A lo largo de ese año de 2023, que la recordación de lo que has vivido con el Señor pueda alimentar tu fidelidad cotidiana. Seguramente, los discípulos pusieron ese detalle en el Evangelio porque fue muy importante para ellos. Estas cuatros horas de la tarde no fueron simplemente las horas vividas cerca de Jesús, pero momentos marcantes y decisivos en la historia de estos hombres. Y eso necesita ocurrir con cada uno de nosotros.

El segundo motivo es que Jesús llega cuando ya no hay más esperanzas, cuando falta la luz del día, cuando el día esta terminando y Cristo llega para ser el día. Porque nosotros sabemos que habrá un día sin casualidad, el día del Señor.

Y ese día del Señor ocurre ya ahora. Por supuesto que nosotros profesamos, en la fe, que Él vendrá una segunda vez, pero Él viene todos los días, en cada Eucaristia; en cada momento de oración, tu puedes encontrar el Señor, y tu necesitas vivir la profundidad de este día, porque, cuando Jesús entra en tu historia y en tu vida, Él echa para fuera las tinieblas.

Y si hoy existen tinieblas en tu vida, si hoy existen situaciones, deja Cristo entrar en tu corazón, deja la luz de Cristo brillar en tu vida, deja Él cambiar tus días, deja Él cambiar el tu vida y de tu historia. Es eso que él quiere hacer con cada uno de nosotros. Abramos nuestro corazón para la llegada del Señor.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!