28 Sep 2023

La conversión es la verdadera liberación

“En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba y se quedó perplejo, porque unos decían que Juan Bautista había resucitado de entre los muertos, otros decían que Elías se había aparecido, otros que uno de los antiguos profetas había resucitado. Entonces Herodes dijo: Yo mandé decapitar a Juan, ¿quién es éste de quien oigo estas cosas? Y quiso ver a Jesús”.  (Lucas 9,7-9).

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Mis hermanos y hermanas, vemos hoy en el Evangelio la inquietud del tetrarca Herodes. La inquietud domina el corazón de Herodes. El Evangelio de hoy es muy corto, solo tres versículos, pero es un Evangelio muy significativo.

La figura que aquí se destaca, Juan Bautista, trajo el anuncio del Mesías, no ese anuncio esperado, ese Mesías idealizado, sino el Mesías real, que trajo la liberación, pero una liberación que nace del corazón del ser humano, una liberación que parte de la conversión de cada persona. Esa es la verdadera liberación.

Y a veces hablar de conversión es incómodo, ¿verdad? Sobre todo hoy en día. No es muy agradable, ¿verdad? Tener que ir contra mi voluntad, mi voluntad corrompida, desviada, y tener que encajar en el Evangelio. Esta era también la preocupación del tetrarca Herodes. Hoy la palabra de orden es acomodarse a la manera en que uno se siente bien. Oímos esto todo el tiempo.

Que la Palabra del Señor nos conduzca a una conversión profunda y sincera

Hay que acomodarse a la manera en la que uno se siente bien, en la que uno se identifica, en la que uno se ve, y dejar que el Evangelio se convierta en mi manera, que el Evangelio se amolde a mí. Pero la palabra de Dios es exigente, es inquietante, provoca una ruptura, de lo contrario no vives la palabra de Dios. Herodes intentó acallar la voz del profeta, intentó acallar la voz de Dios en su conciencia decapitando a Juan Bautista. Conoces muy bien la historia. Por eso estaba tan inquieto. Él quería a la mujer de su hermano.

En el cristianismo, no hay lugar para el adulterio. En el cristianismo, cuando hablamos de poliamor, se trata precisamente del amor de un padre por su hijo, de un esposo por su esposa, entre hermanos. Esto es de hecho poliamor en el cristianismo, pero no hay lugar para el adulterio. Y el tetrarca Herodes tuvo que incomodarle esta palabra provocadora. Mató a Juan Bautista, pero eso no resolvió su preocupación, sino que la empeoró, porque
los que no se convierten intentarán eliminar todo y a todos los que vayan en contra de su comportamiento.

Al final del Evangelio dice que trató de ver quién era Jesús, pero no para adorarlo, sino para eliminarlo del mismo modo que hizo con Juan Bautista. Pidamos al Señor, en el inquietante Evangelio de hoy, que nuestra conciencia sea incomodada por la Palabra de Dios y que la Palabra del Señor nos conduzca a una conversión profunda y sincera.

Sobre todos ustedes, descienda la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

Pai das Misericórdias

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