06 Apr 2020

Dediquemos momentos para quedarnos a los pies de Jesús

“María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume” (Jn 12, 3)

Hace seis días de la Pascua, Jesús estaba en Betania. Sabemos que Betania es a casa de los amigos de Jesús: Marta, María y Lazaro; era es la casa donde Jesús gustaba de estar y hacerse presente. Allá Él también había resucitado Lazaro y todo era muy reciente.

Lazaro testimoniaba lo que Jesús había hecho o resucitado, es decir, la presencia de Lazaro manifestaba la presencia amorosa de Dios en la vida de él. Lazaro resucitado era una señal de lo que Jesús vivió de forma plena, porque hay una diferencia: Lazaro resurgió, revivió pero volvería a morir, porque no resucito para la gloria, mientras que, Jesús murió y resucito gloriosamente, y dio la vida y la gloria plena a todos que siguen a Él. Así como Lazaro, querían matar a Él por causa de su testimonio, nosotros también seguiremos el camino de la muerte natural, pero la vida sobrenatural es que nos va dar la vida plena.

¡Que belleza y que gracia se podemos pasar esta semana a los pies de Jesús!

Esta semana no es la semana de la muerte, es la semana de la vida, es la vida de aquellos que siguen el Señor de la vida. Estando Jesús en casa de sus amigos, María ungió los pies de Él, demostró todo su amo por el Maestro Jesús.

El amor no tiene precio, él es incondicional, especialmente cuando se trata del amor a Dios. Por eso, ella cogió su perfume más precioso e ungió los pies de Jesús. Después, ella seco los pies de Jesús con sus cabellos, demostrando todo su amor.

El sentido de la vida es amar porque nos da la vida. Amemos a Dios en primer lugar, amemos aquel presente mayor que Dios nos dio, que es Su Hijo Jesús.

Como María, nos ponemos a los pies de Él para escuchar, amar, besar, adorar y glorificar a Él. Toda esta unción que María hizo en el cuerpo de Él, alguien podría decir: “¿No es la unción que hacen en el cuerpo que ya murió?”. Ella estaba anticipando, amando; porque aquel Cristo que iba ser crucificado y muerto, es el Cristo que estaba vivo y vivirá para siempre.

¡Que belleza y que gracia si podemos pasar esta semana a los pies de Jesús! La vida entera deberíamos pasar a los pies de Él, pero esta semana, de forma especial, dediquemos horas y momentos para quedar a los pies de Jesús para amar a Él, para que la fuerza de la muerte no sea más fuerte en nosotros que la fuerza de la vida, para que la fuerza de la gracia de Dios sea mayor que cualquier cosa en nuestra vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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