“Devuelvan, pues, al César las cosas del César, y a Dios lo que corresponde a Dios” (Mt 22, 21).
Para Jesús es muy importante que cada cosa este en su lugar y que, por encima de todo, no dejemos de cumplir nuestras obligaciones. Ni por causa de aquello que son nuestros deberes en el mundo y en la sociedad, dejemos de amar a Dios; ni porque amamos a Dios, porque nuestra vida es toda de Él, dejemos de cumplir nuestros deberes, obligaciones y responsabilidades.
Necesitamos, de hecho, sernos coherentes en la vida, necesitamos testimoniar amando a Dios sobre todas las cosas y cumpliendo nuestros deberes y responsabilidades en la sociedad, en el mundo en que estamos.
En primer lugar, amarnos a Dios de todo nuestro corazón. Cuando amamos a Dios y la primacía del amor de Él esta en nosotros, cumplimos para con Dios nuestros deberes. Nuestro primer deber es de gratitud, de reconocimiento al amor y la bondad para Aquel que nos creo a Su imagen y semejanza. A Él nosotros volvemos reverentes, a Él nosotros adoramos y glorificamos.
Convertirnos cristinos cada vez más conscientes de que el amor a Dios debe guiar nuestra vida a cada día
No puedo imaginar un cristiano que no viva una vida de oración diaria, que no tenga el compromiso de rezar, de volverse para Dios por lo menos tres veces al día. No puedo imaginar un cristiano, un hijo de Dios que, a los domingos, no presta culto al Señor, que no guarda el día del Señor y, de los siete días de la semana, no reserve un para el culto a Dios; pero reservado de verdad, para estar de corazón participando por entero, porque, si tu vas por obligación, con la cara fe, mirando para el reloj todo el tiempo, está allá con el cuerpo en la Iglesia y con la cabeza en otro lugar, viendo que hora esa Misa va terminar, porque, tu tienes otras cosas para hacer… No sé si eso es amor a Dios o que tipo de amor tu presta a Él.
Dar a Dios lo que es de Dios es dar, es ser justo. Es ser justo para Aquel que es puro amor y bondad para conmigo. Es ser agradecida, es alabar, bendecir, glorificar, es dar al Señor todo amor de mi corazón.
Un cristiano vive y convive en sociedad, nadie vive en este mundo solo. En el mundo en que estamos, tenemos derechos, pero tenemos deberes y obligaciones. Dar a Cesar lo que es de Cesar es dar a este mundo lo que cabe a este mundo.
¿Qué me cabe ser en este mundo? Un ciudadano responsable y consciente. Es muy incoherente alguien ser de Dios, ir para la Iglesia, alabar el Señor, pero no pagar los impuestos, huir de sus obligaciones y responsabilidades, cometer fraudes, robos y engaños. Es incoherente ser de Dios y no cumplir con mis obligaciones. Podemos incluso discordar, creo que en muchos lugares los peajes son muy caros, yo puedo discordar, pero no discordamos, pero no podemos dejar de cumplir nuestras obligaciones civiles y nuestras responsabilidades en el mundo en que estamos.
Que nos convertimos cristianos cada vez más conscientes de que el amor a Dios debe guiar nuestra vida a cada día, con el amor de Dios en primacía en nuestra vida, cumplimos nuestros deberes, responsabilidades y sernos buenos ciudadanos cumpliendo ella amor de Dios donde quiere que sea.
¡Dios te bendiga!