14 Nov 2022

Cristo va al encuentro de su pequeñez y te rescata

“¿Qué quieres que haga por ti?». Señor, que yo vea otra vez. Y Jesús le dijo: Recupera la vista, tu fe te ha salvado” (Lucas 18,41-42).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

Mis hermanos, esta pasaje conocida del ciego de Jerico, donde el Señor fue al encuentro. El Señor fue aquella ciuda baja, Jerico — ciudad alta, Jerusalén — la eternidad, el Cielo, la búsqueda por las cosas en el Alto. Jerico, la ciudad baja, que recuerda el pecado, recuerda los males.

Jesús fue hasta allá, hasta el pecador, hasta aquel ciego que escuché hablar que Él estaba por alí. Y que aquel ciego, sin embargo, ciego de los ojos, veía con el corazón. Por eso, clamó por Jesús: “Jesús, hijo de David, ten piedad de mí”.

Mis hermanos, cuanto nosotros necesitamos curar la ceguera de nuestro corazón y clamar por nuestro Dios, clamar por Nuestro Señor. y aquel ciego recibió la gracia de estar con el Señor y hizo el pedido correcto. Primero pidio piedad, pidio misericordia, el Señor fue hasta él y dijo: “¿Qué deseas? ¿Qué quieres?” Después sí él hizo el pedido de ver.

Es así que nosotros debemos ponernos en la presencia de Dios: primero, pedir, perdón, reconocer que nosotros somos pecadores. Después sí podemos hacer nuestro pedido a Dios. Y aquel hombre pidio para ver nuevamente.

Un detalle que, a veces, pasa desapercibido, es decir, si él pidió para ver nuevamente es señal que él ya estaba viendo. No sabemos cuales fueron los motivos que cegaran, que hicieran con que él quedase ciego, pero es que él escuchó hablar del Señor, pidió piedad y ha pedido para ver nuevamente.

Apartir del encuentro con Cristo podemos ver a Él y podemos también ver nuestro hermano

Él no podía más mendigar, él no aguantaba más mendigar. Sí, mis hermanos, sin la luz del Señor nosotros mendigamos, sin la luz de Él quedamos a la orilla del camino, como aquel ciego estaba. Pero apartir del encuentro con Cristo nosotros vemos, apartir del encuentro con Él podemos ver a Él y podemos también ver nuestro hermano.

La cura de la ceguera de aquel hombre lo hizo ver a Dios y lo hizo ver también los hermanos. él ha salido de la condición que él tenía de pobreza, de indignidad e incluso de maldición. Él era mal visto y, ahora, bien visto por el Señor, paso a ver y paso a seguir Nuestro Señor. Aquel hombre ha visto nuevamente.

¿Cuáles son los males que nos impide de ver el Señor? Pidamos a él: “Señor, que yo pueda ver nuevamente. Señor, que mi corazón anhele nuevamente en estar en Tu presencia. ¿Te recuerdas como era antes? Señor, que yo rece como rezaba antes, que yo rece mejor, que yo rece con más fe, que yo haga más el bien a mi hermanos, a mi prójimo, porque yo no estaba haciendo”.

Todo eso ocurre apartir del encuentro con Nuestro Señor. Puedes estar seguro, Él va a tu encuentro, al encuentro de su pequeñez, al encuentro de su pecado y te rescatar. Pero hable a Nuestro Señor lo que realmente necesita. Necesita pedir perdón y necesita sí de una gracia, ver de nuevo, escuchar de nuevo, extender las manos para el otro de nuevo para ayudar.

Que el Señor cure nuestra ceguera, la ceguera de nuestro corazón, para que podamos ver y servir a Él en nuestro hermanos, en nuestro prójimo.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!


Padre Márcio Prado

Sacerdote da Comunidade Canção Nova.

Pai das Misericórdias

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