“Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: “¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo” (Mc 8, 11-12).
“El suspiro de Jesús…” Es interesante esta manifestación del Señor que va más allá que un suspiro físico, porque ese suspiro de Jesús es una exhortación a cada uno de nosotros, es una exhortación fuerte, la incredulidad que, muchas veces, ronda nuestro corazón.
Muchas veces, estamos atrás de señales, buscamos señales y dejamos de mirar para el Señor, para las coas que son muy evidentes, para las cosas que ya son testificadas para cada uno de nosotros en la Palabra de Dios. Entonces, ese suspiro de Jesús es también para nosotros, una pausa de reflexión para que yo y tu examinemos nuestra consciencia, si también nosotros no corremos atrás de las señales.
Pedimos señales por dos motivos: cuando nuestra humanidad necesita de una confirmación, necesita libertarse de una duda, de una interrogación o cuando queremos ganar tiempo y no cuestionarnos sobre alguna cosa. Cuando algo nos molesta y no queremos dejar que aquella realidad entre en nuestro interior, queremos inmediatamente las confirmaciones externas.
La mayor señal ya no fue dado: ¡Dios nos dio Su Hijo amado!
La respuesta de Jesús, después de ese suspiro, es: “No sera dado una señal a esta gente”, es decir, para eses corazones que viven en la incredulidad, en la falta de confianza, en la falta de esperanza en Dios, no sera dado una señal. No existe dialogo con quien instrumentaliza las señales, las palabras, los hechos, pensando solo en el propio interés. Dialogo interrumpido, cuando nosotros nos fijamos en estas señales, cuando dejamos que el propio ritmo de la vida nos va presentar las evidencias de donde esta la voluntad de Dios y para donde debe seguir nuestra vida.
Dios habla por medio de los hechos, pero no son aquellos hechos extraordinario, pero sí los hechos de nuestra rutina, las realidades propias de nuestra vida. A Jesús no le gusta el tipo de persona interesada, que manipula Sus intervenciones y Sus gracias para el interés personal. Jesús manifesto eso de forma muy clara.
Dejémonos sorprender por el Señor, no corramos detrás de las señales, no nos fijemos en las señales, pero dejemos que la propia gracia de Dios y el propio movimiento de Él en nuestra vida nos sorprenda, que pueda traer cosas nuevas y hermosas. ¡Abramos nuestros ojos!
Delante de una realidad, delante de un hecho, la señal desaparece, la señal no es más necesario, y el amor de cristo esta delante de nuestro ojos, la gracia de Cristo esta delante de nosotros; y si Cristo esta delante de nosotros, dentro de nosotros, no necesitamos correr detrás de las señales. La mayor señal ya nos fue dada: ¡Dios nos dio Su Hijo amado!
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!