29 Nov 2018

Creemos en la segunda venida gloriosa de Jesús

No podemos perder la expectativa de la eternidad, no podemos perder la perspectiva de la parusía

“Entonces se verá al Hijo del hombre venir sobre una nube, lleno de poder y de gloria. Cuando comience a suceder esto, tengan ánimo y levanten la cabeza, porque está por llegarles la liberación” (Lucas 21, 27-28).

Tal vez, tu paras en la tragedias, en las cosas negativas, en los miedos que el Evangelio de hoy nos relata. No pare, vete adelante. Porque, cuando estas cosas comenzaren a suceder; y estas cosas ya suceden en el mundo: miedos, guerras, combates, naciones contra naciones y, así por delante, mantenemos, aún más seguros, nuestra mirada en Jesús.

Nuestra fe es movida por la esperanza, por la certeza de que el Señor vendrá. ¡Él no tardará! Creemos en la segunda venida gloriosa de Jesús. Y que Él venga en Su tiempo, en el tiempo en que fue designado por el Padre por toda la eternidad para operar la liberación de toda la humanidad. Por eso, no me asusto.

Pero algunas personas dicen: “El mundo no tiene más forma. El mundo va terminar”. Si el mundo no tiene más forma, si va terminar, que encuentre su manera, su tiempo. Yo vivo en la esperanza, en la certeza de que tiene un Dios que cuida de los Suyos y mantengo en Él mi mirada. Mantengo firme mi esperanza, mi fe; y creó que el Señor vendrá para juzgar los vivos y los muertos. Yo vivo de esta fe que el Señor vendrá para instaurar para siempre Su Reino glorioso.

No podemos perder la expectativa de la eternidad, no podemos perder la perspectiva de la parusía, que es la segunda venida gloriosa de Jesús. Pero, no podemos caer en las fantasías que muchos quieren lazar en nuestro medio, que el Señor ya está viniendo.

Él esta viniendo, San Pablo ya proclamó eso hace veinte siglos. Él esta viniendo ese año, puede ser en el próximo año y puede ser dentro de 100 años. Quien somos nosotros para determinar cuando el Señor vendrá. Tenemos que vivir la espiritualidad de la vigilancia. Pues, el Señor, viniendo hoy o dentro de 100 años, tenemos que estar listos para guardarlo.

Ven, Señor Jesús, yo Te aguardo y Te espero. Es eso que yo necesito vivir a cada día; y no quedar entrando en las pesquisas, juntando los hechos de aquí y de allá; y, así, determinando que el Señor viene, apresurando a todos. Lanzamos miedo en otros, no vivimos la conversión verdadera y tampoco sembramos la conversión de corazón autentica.

Muchos esperaban el Señor en el pasado y Él no vino, entonces, cayeron en la decepción y en el desanimo. El Señor vendrá y el día en que Él venga, que nuestro corazón esté firme, aguardando su llegada. Cuando las cosas (citadas en el Evangelio) comenzaren a suceder, la esperanza y la expectativa de la venida del Señor nunca podrán tirarnos en el desanimo y en la descreencia.

Tenemos que esperar el Señor de cabeza erguida, firmes en la fe, sin desanimar. Porque la presencia del Señor, la proximidad del Señor no es pavor, es liberación.

Cuanto más cerca del proximo estamos del Señor y, Él, más cerca de venir, mayor la gracia de la liberación en la venida de cada uno de nosotros. Maranathá, viene Señor Jesús.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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