“¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron! (Lc 10, 23-24).
Somos una generación feliz, bienaventurada y bendecida, porque nuestros ojos pueden contemplar el Reino de Dios presente en nuestro medio. Nuestros ojos pueden ver el Señor presente y actuando entre nosotros, nuestros oídos pueden escuchar, y podemos testimoniar la gracia de Dios que esta en nuestro medio.
Los profetas desearan eso, los patriarcas anhelaran por ese día, ahora a nosotros fue dad esta gracia, por eso solo podemos dar gracia al Señor, solo podemos, así como Jesús, alabar, bendecir, glorificar y adorar nuestro Padre, porque nos dio la gracia de saborear el Reino de Dios presente en nuestro medio.
Al mismo tiempos, es una responsabilidad y no podemos comportarnos como muchos se comportaron en la época de Jesús, porque muchos fueron indiferentes, dejan de lado, no reconocieran, muchos quedaran cerrados en su mundo, en su conocimiento, en su religiosidad, en su propia sabiduría, y no se abrirán para la gracia del Reino de los Cielos.
Cuanto mayor es nuestra humildad, más nos acercamos del Reino de los Cielos
Por eso que el Reino de los Cielo es revelado a los pequeños, a los pequeños que están en nuestro medio. Cuando cogemos un niño en los brazos, vemos en cada una de ellas manifestar el Reino de Dios, pero nuestra alma necesita ser como la de un niño, necesitamos ser pequeños, y Jesús aún dijo: pequeñito. Es decir, una alma que sea humilde, un corazón que sea sencillo.
Cuanto mayor es nuestra humildad, más acercamos del Reino de los Cielos. Cuanto mayor es nuestro orgullo y nuestra soberbia, más nos alejamos de Dios, pero no tocamos en la gracia y así no podemos ver, contemplar ni escuchar el Reino de Dios que esta entre nosotros.
Cuantas veces no conseguimos escuchar Dios, cuantos en nuestro medo no escuchan la gracia y la Palabra de Dios revelada a nosotros. El mundo cerrado en el egoísmo, en sus elecciones soberbias, no puede contemplar el Reino que esta presente en nuestro medio.
En este tiempo de gracia que se llama Adviento, es el Señor que viene a nuestro encuentro. Que tengamos simplicidad y humildad de corazón para acoger Su llegada en nuestro medio.
¡Dios te bendiga!