“Cuando llegó el tiempo en que Isabel debía ser madre, dio a luz un hijo” (Lc 1,57)
Tenemos la gracia, con mucha alegría, celebrarnos, hoy, el nacimiento del hijo de Isabel y Zacarías. El nacimiento de Juan Bautista representa un momento crucial para la historia de la salvación. Juan va ser el ultimo de los profetas del Antiguo Testamento y el primer de los profetas del tiempo de la gracia.
El precursor de Mesias, aquel que viene preparar los camino de Jesús, es para nosotros señal de luz y gracia de presencia amorosa de Dios en nuestro medio.
Primero, toda vida significa gracia y luz, todo nacimiento, todo hijo concebido es gracia de Dios. Por eso, la primera cosa que nos llama la atención, hoy, es como debemos mirar con amor cada niño que esta en el vientre de su madre.
Isabel no podía embarazar, pues era estéril y estaba en edad avanzada. A veces, miro para madres desesperadas, sin esperanzas, porque, por algunos motivos, también no pueden embarazar.
Tengo que decir no solo para las madres, pero para las parejas: vivan en la serenidad del alma, y cualquier infertilidad entrega para Dios. He rezado para muchas mujeres lograr el embarazo, pero hablo que solo damos fruto en la vida cuando conseguimos vencer la ansiedad.
Con la ansiedad no logramos nada, y hablo más: el fruto no va se tan sabroso cuando él viene de la ansiedad del alma y del corazón.
Consagremos nuestros niños, permitamos que ellas sean santificadas ya en el vientre de sus madres
¿Cómo se vence la ansiedad? Por la fe, por la confianza y jamás por el desespero. No estoy me refiriendo solo al embarazo, pero a muchas otras cosas de nuestra propia vida que no logramos, los frutos en el trabajo y las cosas que realizamos, porque somo movidos por la ansiedad.
Segundo, no mire para el fruto del otro: “Ella esta embarazada”; “Ella tuvo muchos hijos”. Mire para ti, se ame como tu eres amada por Dios, y se lograr la gracia del embarazo por la tranquilidad, por la oración y por la confianza, bendito sea Dios. Si no es el caso, más bendito sea Dios aún, porque tu has logrado el fruto de la serenidad del alma. Si tu vas adoptar hijos o adoptar otro camino en la vida, entrega ese corazón para Dios cuidar.
Hoy, invoco la intercesión de San Juan Bautista por todas las madres, las que están embarazadas, las que no consiguen embarazar, porque Juan vino como una señal de Dios, y la vida es el don mayor de Dios.
No basta embarazar y engendrar hijos, es necesario cuidar desde en vientre de la madre. Juan fue santificado en el vientre de su madre y ya nació santificado.
Consagremos nuestras niños, permitamos que ellas sean santificadas ya en el vientre de sus madres. Alabe a Dios como Zacarías dio gracias por el nacimiento de su hijo Juan Bautista, porque nuestros hijos necesitan ser profetismo de Dios.
Toda vida nacida necesita ser profecía de Dios, para que la vida sea la gran profecía en este mundo. Es necesario que amemos, cuidemos y valoricemos cada vida que viene a este mundo, para que los niños crezcan en la gracia, en la bendición y en la protección de Dios.
¡Dios te bendiga!