Dios desea que tus hijos, especialmente, aquellos que aún están en el vientre o los que están creciendo, sean consagrados a Él

“Todos los que se enteraron guardaban este recuerdo en su corazón y se decían: ¿Qué llegará a ser este niño? Porque la mano del Señor estaba con él” (Lucas 1, 66).

El niño que nace de Isabel y Zacarías: Juan Bautista, es el niño que la mano de Señor estaba con él desde el vientre de su madre. Juan Bautista, a ejemplo del profeta Jeremías, fue llamada por Dios desde el vientre de su madre. Consagrado y entregue a servicio de Dios.

Su Madre Isabel y, también, su padre Zacarías eran de edad avanzadas, ellos no tenían condiciones de tener un hijo. Este hijo nació de una milagrosa, prodigiosa; por so, la presencia de Él en nuestro medio es señal de la intervención de Dios.

Todo milagro es una intervención de Dios, es una manifestación extraordinaria de Él en medio de la naturaleza humana. Cuando Dios hace un milagro, cuando Él hace una intervención en la naturaleza es justamente para salvar y restaurar.

Juan Bautista es el salvador, pero es quien prepara los caminos del Salvador. Él no es Mesías, pero prepara los caminos de Él. Dios quiere continuar haciendo milagros en nuestro medio. ¡No milagro para ser show, espectáculo, nada de eso! Todo milagro de Dios es para salvar e restaurar. Nuestra vida es un prodigio y una gracia de Dios; es un milagro de Dios nuestra conversión, nuestro cambio de vida.

Dios desea que sus hijos, especialmente aquellos que aún están en el vientre o los que están creciendo, sean consagradas a Él. No te preocupes creyendo que “ser consagrado a Dios” es decir que tu hijo o tu hija necesitan ser un sacerdote o una monja. Si crece y es una monja que sea bendita.

Gracias a Dios, mi madre me entregó a Dios, cuando yo aún estaba en su vientre. Eso para que, yo pudiera nacer, tener vida. Y, Dios me llamó y eligió. No fue mi opción, y ni de mi madre.

El importante es que todos nosotros seamos de Dios. Como es importante que consagremos nuestros niños, aún en el vientre de la madre. Es importante que oremos, bendecimos nuestros niños y que ellas crezcan con la mano del Señor, con la protección de Él. Tu puedes pensar: “Yo hago eso. Llevo mi niño para ser bautizada”, pero, no basta solo bautizar. Por supuesto que, el bautismo abre la puertas del Cielo par nosotros, sin embargo, es necesario acompañar, entregar cada día, porque Dios quiere que sus hijos pertenezcan a Él, sean cuidados por Él y que la mano de Él esté sobre sus hijos.

¡Dios te bendiga!