“En aquel tiempo, Jesús convocó a los doce, les dio poder y autoridad sobre todos los
demonios y para sanar enfermedades, y los envió a proclamar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos. Y les dijo: No lleven nada para el camino, ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni siquiera dos túnicas”. (Lucas 9,1-3)

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Mis hermanos y hermanas, hoy, día 27, la Iglesia celebra la memoria de San Vicente de Paúl. San Vicente encarnó muy bien el Evangelio de hoy, él manifestó la vida de Cristo en el cuidado de los pobres, los enfermos y los necesitados y, sobre todo, en el anuncio del Evangelio, que es el gran instrumento de liberación de los corazones.

Sabemos cuántas instituciones de caridad y hospitales llevan el nombre de San Vicente, precisamente por la magnitud de los trabajos que realizó en favor de los enfermos y necesitados. Son muchas las entidades que vemos que llevan el nombre de San Vicente para demostrar una vida verdaderamente entregada a Cristo y vivida en profundidad.

De hecho, un anuncio de Cristo que no toque el dolor y el sufrimiento del ser humano es incompleto. Por otra parte, una liberación del hombre sin el auténtico anuncio de Cristo es peligrosa, podría convertirse en mero asistencialismo o en defensa de las clases sociales. Ya dijo un gran filósofo que la virtud está en el medio, el equilibrio lo es todo. Nosotros necesitamos vivir proclamando el Evangelio, preocupándonos por los pobres y
necesitados, pero nunca quitándoles el derecho a conocer a Jesucristo.

Que San Vicente de Paúl interceda por nosotros

Ni bastón, ni bolsa, ni pan, ni dinero, ni siquiera dos túnicas. El éxito del anuncio no radica en los medios ni en las condiciones favorables, sino en la confianza en Cristo. Por eso Jesús dice: no lleves. El desprendimiento es la condición para ser discípulo. La confianza que el discípulo tiene es en su maestro y señor y no en los medios de que dispone para evangelizar. Si pensamos en el siglo XVI, que es la época de San Vicente, ¿de qué disponía San Vicente?

Tenía mucho amor a Cristo y mucho amor al prójimo. Eso es lo que sostenía a San Vicente de Paúl. Los medios que recibió le fueron dados por la Divina Providencia. De todos los medios, de todas las realidades humanas, materiales, la Providencia se ocupó. Sin bastón, mi guía es Cristo.

Cristo me conduce. Sin bolsa, ninguna seguridad de los ricos.Dios es mi seguridad. Sin pan, la seguridad de los pobres. Dios es mi providencia. Ni dos túnicas. Dios es mi seguridad. En todo, debemos refugiarnos en Dios y vivir la obra de evangelización que nos confía. Que San Vicente de Paúl interceda por nosotros.

Sobre todos ustedes, descienda la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y
Espíritu Santo. Amén.