“Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: «¿De qué hablaban en el camino?». Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos». Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: «El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado».” (Marcos 9,33-37).

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En el evangelio de hoy, Jesús, por la segunda vez, haba a Sus discípulos sobre Su pasión, es decir, habla para ellos que debería ser entregue en las manos de los hombres, que Él sería muerto, pero, después de tres días de Su muerte, Él resucitaría.

Jesús enseña que Su camino sería un camino de sufrimiento, de muerte, pero que Su muerte engendra vida, pues Él resucitaría. Sin embargo, Jesús también se da cuenta que en el corazón de Sus discípulos existían otras preocupaciones completamente contrarias a la propuesta del camino de salvación que Él le propone.

Los discípulos estaban tomados por la rivalidad, por la búsqueda del primer lugar. Querían en un ligar de destaque, de prestigio, visibilidad, es decir, estaban por los sentimientos puramente humanos, contrarios a los seguimientos de Jesús.

Sigue verdaderamente a Jesús quien se pone en el ultimo lugar

Y Jesús, como un buen formador, con toda paciencia y amabilidad, siéntate, llama Sus discípulos y les dijo que, dentro de la lógica de Su seguimiento, aquel que quiere ser el primer debe ser aquel que se pone en el último lugar y, se poniendo en el ultimo lugar, debe ser aquel que sirve a todos.

Seguir a Jesucristo es salir de la lógica de este mundo y ponerse en la lógica del Reino de Dios, donde aprendemos que el mayor es aquel que sirve. Quien quiere ser el primero debe ser el primero en servir, en acoger los pequeninos que es como los niños que necesitan de amparo de los adultos.

Disputas, rivalidades por búsqueda de prestigio y destaque no son cosas que combinen con el discipulado de Jesucristo. En la verdad, es justamente ese tipo de comportamiento que nos impide de comprender que, cuando aceptamos seguir Jesús, necesitamos hacer exactamente como Él hizo: acoger el menor de todos, así como Jesús acogió.

Jesús ha cogido este niño, puso en su medio, para decir justamente esto: Él ha venido para acoger los pequeños, los menores, los sencillos y los humildes. Sigue verdaderamente a Jesús quien se puso en el último lugar, dando la propia vida para que el otro tenga la vida.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!