“Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros». Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?». Ellos respondieron: «No». Él les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán». Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dio a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua” (Jn 21, 3-7).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

Más una vez, Jesús aparece a Sus discípulos y, ahora, aparece en la imagen de un mendigo a la orilla del mar de Tiberíades. Ya hemos visto a Él como un jardinero, como un peregrino y, ahora, como alguien que pide algo para comer.

Pedro, aún con el corazón tomado por el dolor de su traición por la muerte de Jesús, esta inseguro sobre la resurección, y por eso él toma la iniciativa de volver a pescar. La pesca simboliza la misión; Jesús había invitado a Sus discípulos a convertir en pescadores de hombres y no de peces. Además, la inseguridad de la resurrección, la inseguridad de que Jesús había resucitado, haz con que toda y cualquier misión sea vana, y con eso Pedro se esfuerza para volver a la normalidad de su vida, pero algo le falta.

Jesús necesita estar en el centro de nuestra vida, a nosotros cabe lanzar las redes en la dirección que Él nos manda

La vida de Pedro ya no es más la misma, aunque él insista en retornar a lo que él era, Pedro ya no es más lo mismo, la pesca se convierte por lo tanto un fracaso. Sin Cristo en nuestras vidas, todo trabajo es vacío. Cuando Cristo no esta presente, el resultado son las redes vacías.

Y el amanecer, en el evangelio de Juan, no es solo el comienzo de un nuevo día, pero el amanecer simboliza el comienzo de un nuevo tiempo, y la razón de este nuevo tiempo está allí de pie a las orillas, esperando por los discípulos. Ellos, además, no consiguen percibir que Jesús esta a la espera de ellos. La decepción era tan grande, el fracaso que ellos experimentaran en la misión, por eso ellos no consiguen ver en aquel hombre de pie, en la orilla, el propio Jesús.

Jesús estaba a la orilla, no solo del río, pero estaba a la orilla de la vida de ellos. Jesús no puede quedar a la orilla de nuestras vidas, Él necesita estar en el centro, por esta razón nosotros hemos visto que una de sus apariciones, Jesús entra y se pone en el medio de ellos, en una demostración de que Él debe estar en el centro de nuestras vidas y no a la orilla.

Mientras Jesús está en la orilla de nuestras vidas, mis hermanos, nuestra misión va ser siempre infructífera, siempre tendremos dificultad de reconocer a Él como agente principal de nuestra misión. Jesús necesita estar en el centro de nuestra vida, a nosotros cabe lanzar las redes en la dirección que Él nos manda, pues el milagro de llenar las redes siempre va ser realizado por el Señor.

Lo que nosotros necesitamos es saber confiar en esta voz, esta voz que nos guía. Y Juan supo confiar en la voz del Señor, por eso él escuchó y reconoció más una vez: “Es el Señor que habla con nosotros”.

La desnudez de Pedro allí representa su falta de confianza, por eso mis hermanos volvamos a confiar en el Señor, pongamos el Señor en el centro, Él no puede estar a la orilla de nuestra vida. Creamos en la resurrección y hagamos con que el Señor nos pueda llevar nuevamente hacia la misión, Él es el centro de la misión, Él es el gran agente de la misión.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!