“Jesús les dijo: ‘Venid a comer’. Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo distribuyó, e hizo lo mismo con el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús, resucitado de entre los muertos, se apareció a los discípulos”. (Juan 21, 1-14).
Encuentro con el resucitado
Queridos hermanos y hermanas, en este sexto día de Pascua, el Evangelio de Juan nos lleva a una escena emblemática y llena de significado: la aparición de Jesús a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades.
En ese momento, los discípulos están volviendo a sus actividades cotidianas. Tras la resurrección de Jesús y a lo largo de la historia, aprendemos que este encuentro con el resucitado será un momento de renovación y nuevas vocaciones.
¿Por qué, mis hermanos? Porque la resurrección necesita provocar precisamente que las personas cambien de vida, que tengan su corazón transformado, que tengan su corazón renovado por la gracia de Dios.
Y lo interesante de este Evangelio es lo siguiente: el retorno a los viejos hábitos. Aquí Jesús les pide: “venid a comer”. Ellos estaban pescando de nuevo, estaban de nuevo en aquello que hacían cuando Jesús los llamó: pescadores. Estaban en las barcas, estaban con sus redes, estaban pescando de nuevo. ¿Y eso qué significa para nosotros?
El retorno a los viejos hábitos, la búsqueda sin éxito. Por eso Jesús les dice aquí, y los discípulos no se atrevían a preguntarle: ¿Quién era él?, pues sabían que era el Señor. Pero por haber retornado a los viejos hábitos, Jesús ahora les pide renovación.
No serán ya pescadores de peces, sino pescadores de hombres.
El Evangelio nos habla de la obediencia que genera fruto, es decir, los discípulos, que estaban nuevamente en sus actividades cotidianas, obedecen a Jesús, el cual les pide que sean pescadores de hombres, pescadores para llevar a las personas a una vida nueva.
Y el reconocimiento de Jesús por parte de los discípulos es la mirada que transforma. Ellos sabían que era Jesús, por eso abandonan nuevamente los viejos hábitos, porque, ahora, creen que el Señor ha resucitado, y ellos tienen la misión de salvar almas y llevarlas cerca de Dios.
Que el Señor también nos dé esa gracia de ser pescadores de hombres y llevarles la gracia de la resurrección.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!