“Yo se lo digo: vendrán muchos del oriente y del occidente para sentarse a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos” (Mateus 8,11).
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Mis hermanos, en el Evangelio de hoy, tenemos un oficial romano que va al encuentro de Jesús para pedir por su empleado. Un oficial romano, un pagano que reconoce Jesús como el Señor, que reconoce que Jesús es el Mesias y puede curar su empleado.
Este hombre de fe, sim embargo, pagano, ha dado pasos que nosotros también necesitamos aprender con él a dar: creer en el Señor, ir al encuentro del Señor y pedir. Y aquí es bonito: no fue egoísta, no ha pedido para sí, ha pedido para un empleado suyo. Un hombre de fe, un hombre que puso la fe en practica, un hombre que no ha pensando solo en sí mismo.
Y después, ha dado una otra prueba de fe; Jesús ofreció para curar a él — “Voy curar a él”, pero el oficial romano dijo: “Señor, yo no soy digno de que entren en mi casa. El Señor puede incluso decir solo una palabra yo creo, mi empleado quedará curado”.
Por eso, Nuestro Señor alabo la fe de aquel hombre, mira solo como él dijo: “Nunca he encontrado alguien en Israel que tuviese mucha fe. Tampoco fariseos ni saduceos tampoco maestros de la Ley, nadie; alguien que tuviese mucha fe como aquel pagano”.
Caminemos con fe, creemos en Nuestro Señor y en Su Palabra
¿Qué nuestro Señor quisó decir? ¿Qué el Evangelio quiere decirnos? Que muchos vendrán del Oriente y del Occidente, muchos paganos reconocerán el Señor. ¿Por qué? Porque se convirtieran sensibles a la luz y fueron atraídos a la luz — Jesús.
Aquel hombre logro la gracia para su empleado, porque la luz de la fe llego hasta él, porque él se abrió la fe, se abrió a la luz — Jesús.
Mis hermanos, nosotros también necesitamos abrirnos cada vez más a Nuestro Señor Jesucristo, y abriendonos a Él, dar pasos de fe, dar pasos de cambio de vida.
Aquel hombre luego, rápidamente, ha adherido a Nuestro Señor, fue hasta Él, ha pedido para su empleado, ha creido: “Señor, basta decir una palabra”. Mis hermanos, es esta fe que nosotros necesitamos tener: “Señor, aún no veo, pero creo que el Señor va hacer maravillas”. “Señor, no consigo tocar, no es palpable, pero creo que el Señor esta conmigo en esta situación, en aquella situación. ¡Yo creo!”.
Aquel hombre creyó y alcanzó la gracia de Nuestro Señor. Es un pagano que nos enseña que debemos tener fe, que debemos abandonarnos en Él, que debemos caminar.
Caminemos con fe, creemos en Nuestro señor y en su Palabra para que juntos con los del Oriente y del Occidente, aquellos que fueron excluidos, pero han creido en el Señor, hagamos parte del banquete en el Reino del Cielo. Que nosotros también hagamos parte del gran banquete en la eternidad, porque creemos y vivimos nuestra fe.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!